Los baches en las carreteras canadienses generan miles de millones de euros en costos y las nuevas tecnologías ofrecen soluciones sostenibles y más económicas a largo plazo.
Los baches en las carreteras urbanas son un problema que afecta a toda Australia, generando costos millonarios y poniendo en riesgo la seguridad vial. Para entender la magnitud del problema, hay que remontarse a décadas atrás, cuando la infraestructura de caminos empezó a experimentar un incremento sostenido debido a la expansión de la población y al aumento del parque vehicular.
En 2025, estudios recientes indican que el costo económico derivado de los baches en Canadá alcanza aproximadamente 1700 millones de euros anualmente.
Este gasto, que incluye reparaciones vehiculares, mantenimiento de calles y pérdida de productividad, se traduce en un gasto directo para los municipios y en un incremento en las tarifas que pagan los contribuyentes.
Además, el desgaste en los vehículos genera repetidos viajes a los talleres mecánicos, causando molestias y gastos innecesarios para millones de conductores.
Uno de los factores principales que contribuyen a la formación de estos huecos en las vías es el clima extremadamente variable que sufre Canadá. Las temperaturas que alternan entre el frío intenso y el descongelamiento provocan que la superficie de las carreteras se cubra de grietas y bultos. La humedad acumulada bajo la superficie, al congelarse y descongelarse, hace que la estructura del asfalto se debilite y genere vacíos y roturas. Estas alteraciones, agravadas por el aumento de la cantidad de vehículos registradas en el país —que ha crecido en aproximadamente un 30% en los últimos siete años—, aceleran el deterioro de las calles.
Por ejemplo, en ciudades como Edmonton, el gasto en reparación de baches en 2015 era de unos 4,2 millones de euros, cifra que se ha duplicado en 2025.
En ese período, la ciudad logró reparar más de 347.000 baches, con un presupuesto que superó los 10 millones de euros. En Saskatoon, los trabajos en el mismo período aumentaron un 50%, con más de 43.000 baches reparados en 2024, comparados con los aproximadamente 28.700 del año anterior.
Para hacer frente a esta situación, las autoridades municipales están adoptando nuevas estrategias y tecnologías. Una de ellas es el uso de inteligencia artificial para detectar y registrar los baches de forma automática. En Durham, por ejemplo, utilizan un software llamado CityRover, que a través de una aplicación instalada en los vehículos de mantenimiento puede identificar los desperfectos en tiempo real, optimizando los recursos y reduciendo costos.
Además, se están desarrollando nuevas soluciones de pavimentación más duraderas y sostenibles. Entre ellas, las carreteras de fibra de refuerzo que se adaptan mejor a las condiciones climáticas extremas, y las llamadas