Las estadísticas oficiales indican que la temporada de incendios forestales en Canadá está siendo la segunda más severa registrada para esta época del año, con áreas quemadas que superan las 3,7 millones de hectáreas. La provincia de British Columbia es la más afectada, y las autoridades advierten sobre un incremento en los riesgos en diversas regiones del país.
La temporada de incendios forestales en Canadá sigue mostrando niveles alarmantes, situándose como la segunda peor de la historia para esta fecha en el calendario.
Hasta la actualidad, las llamas han arrasado aproximadamente 3,7 millones de hectáreas de terreno, una cifra que supera en seis veces la superficie de la Isla del Príncipe Eduardo, y que continúa creciendo con la llegada del verano.
Esta temporada ha superado las expectativas, y las protagonistas principales son las regiones del oeste y el norte del país, donde los incendios han obligado a miles de residentes a abandonar sus hogares.
En la provincia de British Columbia, en particular, la situación se ha intensificado en julio, un mes considerado crítico por los expertos debido a las temperaturas elevadas y las condiciones secas que favorecen la expansión del fuego.
Históricamente, Canadá ha atravesado temporadas de incendios particularmente severas, pero los efectos del cambio climático han acelerado este fenómeno en las últimas décadas.
Desde los años 2000, las superficies afectadas se han multiplicado, registrándose temporadas récord en 2017 y 2023. La tendencia indica que estos eventos serán cada vez más frecuentes y peligrosos.
El gobierno federal, a través de Public Safety Canada, ha realizado un informe técnico para actualizar a la población y a las autoridades sobre el estado de los incendios.
Se ha pronosticado que, durante julio, el mayor peligro de incendios persistirá en el sur de British Columbia, mientras que las provincias del Noroeste y el Yukón también experimentarán un aumento en los riesgos.
Las temperaturas en Canadá, según el Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático, serán superiores a lo normal en muchas regiones hasta agosto, especialmente en las provincias al este de Manitoba.
Sin embargo, las áreas en el centro y el oeste siguen siendo las más vulnerables ante la persistente sequía y altas temperaturas.
A lo largo de la historia, la respuesta del país ante estas catástrofes ha sido variada. Canadá no cuenta aún con una agencia de respuesta a emergencias a nivel nacional, lo que ha generado debates sobre la necesidad de un organismo centralizado que pueda coordinar esfuerzos de acción rápida en futuras crisis.
Mientras tanto, las comunidades afectadas continúan enfrentándose a las llamas. En algunos casos, como en el extremo noroeste de Ontarios, las evacuaciones son frecuentes y las autoridades están movilizando recursos para apoyar a las familias en riesgo.
El aumento de los incendios también impacta la salud pública, afectando la calidad del aire en diversas ciudades y regiones. La situación, que en los últimos años ha ido en aumento, pone en evidencia la urgencia de implementar políticas de mitigación que puedan reducir la intensidad y la frecuencia de estos desastres naturales.
En conclusión, Canadá atraviesa una de sus temporadas más severas de incendios forestales, evidenciando los efectos del cambio climático y la necesidad de fortalecer las respuestas institucionales y comunitarias para proteger tanto el medio ambiente como la vida de sus habitantes.