El presidente de EE. UU. Donald Trump señala a Taiwán y Corea del Sur como responsables de la pérdida del negocio de semiconductores y critica la legislación actual para la industria.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha hecho mención de Taiwán y Corea del Sur mientras argumentaba que su país ha perdido el negocio de semiconductores a manos de naciones extranjeras.

Durante una reciente conferencia de prensa en la Casa Blanca, Trump renovó sus críticas hacia la Ley CHIPS y Ciencia, calificándola de "tremendo despilfarro de dinero".

Esta ley fue firmada por su predecesor, Joe Biden, en 2022, con el objetivo de impulsar la fabricación doméstica de chips a través de incentivos económicos.

Trump afirmó que "gradualmente perdimos el negocio de los chips, y ahora está casi exclusivamente en Taiwán". Atribuyó esta situación a las decisiones de administraciones anteriores, señalando que "podríamos haber protegido eso tan fácilmente". Reiteró que, aunque Taiwán Semiconductor Manufacturing Co. (TSMC) ha acordado invertir 93.000 millones de euros en la construcción de instalaciones avanzadas de producción de chips en Estados Unidos, el daño ya estaba hecho.

"Teníamos el negocio de los chips, y ahora está casi todo en Taiwán, un poco en Corea del Sur, pero principalmente en Taiwán", comentó Trump, recordando que el sector alguna vez fue dominado por Andrew Grove, el fallecido CEO de Intel.

Su discurso refleja la creciente preocupación en Estados Unidos sobre la dependencia de chips extranjeros, especialmente en un mercado tecnológico cada vez más competitivo.

La Ley CHIPS ha sido objeto de críticas por parte de Trump. En su discurso en el Congreso, pidió la eliminación de dicha ley, argumentando que representa cientos de miles de millones de euros que se desperdician.

Añadió que los criterios para calificar para recibir subsidios son complicados, afirmando que "se basan en la raza, el género y todo tipo de cosas".

Este comentario ha generado un debate considerable en el ámbito político y empresarial, especialmente en Corea del Sur, donde bajo esta ley se acordaron subsidios para dos grandes compañías tecnológicas: Samsung Electronics y SK Hynix, con el fin de apoyar sus inversiones en la fabricación de chips en EE.

UU.

La relevancia de este tema es monumental, dado que el sector de semiconductores es fundamental para la economía global y la seguridad nacional. Los chips son componentes esenciales en una amplia gama de dispositivos, desde teléfonos inteligentes hasta automóviles y equipos médicos. La competencia por dominar este sector ha llevado a países como Estados Unidos, China, Corea del Sur y Taiwán a invertir masivamente en tecnología y manufactura.

Históricamente, Estados Unidos lideró la industria de semiconductores, pero en las últimas décadas ha visto cómo su participación de mercado ha disminuido frente a la rápida expansión de empresas asiáticas.

Este cambio ha generado una serie de debates sobre la política industrial, la innovación y la seguridad nacional. Con la creciente dependencia de tecnología extranjera, muchos analistas advierten sobre la necesidad de fortalecer la producción interna para asegurar un futuro sostenible y competitivo en la economía global.

En resumen, las declaraciones de Trump sobre la pérdida del negocio de semiconductores resaltan un tema crítico en la política y economía de EE. UU., donde la búsqueda de soluciones efectivas y sostenibles es más urgente que nunca.

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