El expresidente Donald Trump ha solicitado públicamente la salida de Lisa Monaco de Microsoft, acusándola de corrupción y poniendo en duda su lealtad a la seguridad nacional de Estados Unidos. La polémica ha generado un intenso debate sobre la influencia de las figuras políticas en las grandes corporaciones tecnológicas.
En un giro que ha sorprendido a la comunidad tecnológica y política internacional, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha solicitado la destitución de Lisa Monaco, actual jefa de Asuntos Globales de Microsoft, acusándola de comportamientos corruptos y peligrosos para la seguridad nacional.
La denuncia fue realizada a través de las redes sociales, específicamente en la plataforma Truth Social, donde Trump afirmó que Monaco, quien ocupa un cargo estratégico en una de las empresas tecnológicas más influyentes del mundo, tiene acceso a información sensible que, según él, no debería estar en sus manos.
Supuestamente, Trump señala que Monaco, quien fue la 39ª fiscal general adjunta durante la administración de Joe Biden, tiene una historia en el sector público que, en su opinión, la hace poco confiable para manejar datos críticos.
El expresidente afirmó que ya le había retirado las autorizaciones de seguridad y le había prohibido el acceso a ciertos edificios federales, aunque no especificó los procedimientos exactos ni las bases legales de esas acciones.
La controversia comenzó cuando Trump criticó duramente la contratación de Monaco en Microsoft en mayo pasado, alegando que su experiencia en el gobierno la convertiría en una amenaza potencial para los intereses de Estados Unidos.
Aunque la compañía ha mantenido su postura de que Monaco cumple con los requisitos para su puesto, las acusaciones de Trump parecen buscar generar dudas sobre la lealtad de las figuras que trabajan en empresas tecnológicas con contratos gubernamentales.
Históricamente, Microsoft ha tenido una relación compleja con gobiernos y sectores de seguridad nacional. Fundada en 1975 por Bill Gates, la compañía se ha consolidado como líder mundial en software, hardware y servicios en la nube, con presencia en casi todos los países del mundo.
En las últimas décadas, ha enfrentado múltiples controversias relacionadas con la privacidad, la vigilancia y el uso de datos, especialmente en regiones como Oriente Medio y Asia.
Supuestamente, Trump también criticó la política de contratación de talento extranjero en el sector tecnológico, sugiriendo que debería centrarse en emplear a ciudadanos estadounidenses y reducir la dependencia de profesionales provenientes de países como India, además de fomentar la fabricación en territorio norteamericano.
Estas declaraciones se produjeron durante una cumbre sobre inteligencia artificial en Washington, en la que también se discutieron las recientes tensiones comerciales y de seguridad con China.
Por otro lado, se rumoró que Microsoft ha reducido sus colaboraciones con ciertos sectores militares en Israel, en respuesta a presiones internacionales sobre prácticas de vigilancia masiva.
La compañía también habría tomado medidas en relación con las visas H-1B, recomendando a empleados con visas fuera de Estados Unidos que regresaran antes de una fecha límite impuesta por nuevas regulaciones.
Esto ha generado inquietudes en el sector tecnológico, que ve con preocupación las políticas migratorias y de seguridad implementadas por el gobierno estadounidense.
En conclusión, la polémica en torno a Lisa Monaco y las acusaciones de Trump reflejan una tensión persistente entre la política y la tecnología, donde las figuras públicas y las corporaciones se ven cada vez más entrelazadas en un escenario global de desconfianza y competencia por la influencia.
Aunque todavía no hay confirmación oficial sobre la destitución o las investigaciones formales, la situación ha puesto en evidencia las fragilidades y los desafíos del sector tecnológico en tiempos de polarización política extrema.