Los investigadores en EE.UU. enfrentan restricciones severas y despidos, mientras piden a sus colegas canadienses ayudar a preservar la integridad científica.

En un ambiente de creciente preocupación, los científicos estadounidenses han declarado que su labor se encuentra bajo ataque y han solicitado apoyo a la comunidad científica canadiense.

Esta situación ha surgido en medio de la administración del presidente Donald Trump, donde se han reportado despidos masivos en instituciones científicas y recortes drásticos en el financiamiento de investigaciones.

Gretchen Goldman, presidenta de la Unión de Científicos Preocupados, ha expresado su esperanza de que los tribunales protejan a las instituciones científicas en EE.UU. Durante una reciente conferencia en Boston, Goldman se mostró angustiada mientras esperaba novedades sobre el futuro laboral de su esposo, quien también es científico y está entre los despedidos.

Ella misma dejó su puesto como directora de investigación sobre cambio climático en el Departamento de Transporte, anticipando una crisis dentro de la administración.

Según Goldman, "La ciencia está bajo ataque en los Estados Unidos. Hay mucho miedo y la gente no se siente capaz de hablar." Este mensaje resonó entre los asistentes de la conferencia de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), donde científicos de diversas disciplinas se reunieron para discutir el futuro de la ciencia en un clima político hostil.

Los cambios drásticos en las políticas del gobierno han llevado a la eliminación de datos, despidos en varias agencias como la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

Muchos científicos eran reacios a hablar con los medios de comunicación, temiendo mayores repercusiones en sus carrera.

La presión sobre los científicos ha aumentado, y muchos han buscado refugio en otros países, incluido Canadá. Sudip Parikh, director ejecutivo de la AAAS, subrayó la necesidad de actuar y abogar por la ciencia, afirmando que "500 años de ilustración son algo que no se debe desechar".

En este contexto, la comunidad científica canadiense se encuentra en una posición única para ofrecer apoyo y refugio a sus colegas estadounidenses.

Peter Wright, director ejecutivo de la Asociación de Productos de Madera del Yukón, ha apuntado a la importancia de usar maderas locales, especialmente aquellas provenientes de áreas afectadas por incendios.

Ulrich Trachsel, un artesano del Yukón, utiliza madera de pueblos carbonizados para fabricar muebles, destacando no solo la belleza del material sino también su efecto positivo en el medio ambiente al evitar la tala de árboles en pie.

"Cada vez que un camión trae algo a esta región, ya sea una silla o una tabla, todos los beneficios se van con él," afirma Wright. Esta situación refleja no solo un dilema ambiental, sino también una crisis económica, ya que cada vez más comunidades locales dependen de soluciones sostenibles que promueven tanto la economía como el medio ambiente.

La conexión entre el bienestar científico y el medio ambiente se evidencia en las preocupaciones por la preservación del acceso público a información meteorológica y climática.

Doug Wallace, director científico asociado de la Red de Observación, Predicción y Respuesta Ambiental Marina (MEOPAR), enfatiza que perder el acceso a estos datos sería desastroso tanto para estadounidenses como para canadienses.

La conferencia culminó con una atmósfera de incertidumbre y resiliencia. A pesar de la adversidad, Goldman se mantuvo esperanzada, afirmando que está dispuesta a luchar por el futuro de la ciencia en su país. En este periodo turbulento, el apoyo mutuo entre científicos de EE.UU. y Canadá podría ser clave no solo para la preservación de la investigación científica, sino también para el bienestar de ambos países.