Las nuevas restricciones de comunicación y un posible recorte en la plantilla de la NOAA plantean interrogantes sobre el futuro de la investigación científica en Norteamérica.

Los recientes cambios en la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU. (NOAA) han desatado una fuerte inquietud en la comunidad científica de América del Norte. Desde que asumió el cargo el expresidente Donald Trump, algunos científicos del gobierno de EE. UU. han recibido instrucciones de obtener autorización antes de participar en reuniones e incluso en llamadas virtuales con sus colegas canadienses. Esta nueva política ha llevado a que la colaboración científica entre ambos países se vea gravemente afectada, especialmente en el caso de investigaciones que abarcan ecosistemas compartidos como los de los Grandes Lagos.

Aaron Fisk, ecólogo canadiense y presidente de investigación en ecosistemas en cambio de los Grandes Lagos en la Universidad de Windsor, se encuentra en una posición complicada.

Recientemente intentó organizar una videoconferencia para discutir proyectos relacionados con la muestreo de peces, pero sus colegas estadounidenses no pudieron participar debido a las nuevas restricciones.

“Intentamos tener una reunión rápida con uno de nuestros colaboradores, y se les negó el acceso”, comenta Fisk, destacando el impacto negativo que esto tiene en la investigación, dado que los Grandes Lagos son un recurso compartido.

La NOAA, conocida por su destacado trabajo en la monitorización del clima, modelos climáticos y seguimiento de huracanes, ha sido crucial para numerosos proyectos científicos en toda América del Norte.

Fisk menciona que ha visto congel fondos por un total de más de 700,000 dólares estadounidenses (aproximadamente 660,000 euros), lo que ha dejado en suspenso varios proyectos, incluyendo estudios sobre los movimientos de peces e investigaciones que utilizan vehículos submarinos autónomos para examinar cómo el cambio climático está afectando el Lago Erie.

Los correos electrónicos internos de la NOAA han revelado que se ha ordenado a los empleados que soliciten aprobación superior para todas las participaciones en compromisos internacionales, incluyendo comunicaciones virtuales relacionadas con temas como el clima, la energía y la investigación oceánica.

Este clima de incertidumbre ha llevado a muchos científicos a ser cautelosos en sus comunicaciones, temerosos de represalias o despidos. Janna Haugen, una ecóloga asociada de NOAA, ha limitado su contacto a aspectos técnicos, evitando correos electrónicos que podrían interpretarse como violaciones a las nuevas normas.

Los temores de un recorte del 50% en la plantilla de la NOAA han aumentado la ansiedad dentro del sector científico. Andrew Rosenberg, exdirector adjunto del Servicio Nacional de Pesca Marina de la NOAA, manifestó su indignación hacia lo que considera una destrucción de una de las instituciones científicas más importantes del mundo.

“Es una transición de destrucción. Nunca he visto algo igual”, afirmó. Esta situación ha generado preocupación en otros ámbitos de la ciencia, como la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA), que también ha implementado restricciones de comunicación.

Mientras tanto, el gobierno canadiense, a través de representantes del Departamento de Medio Ambiente y Cambio Climático, ha subrayado que no ha recibido un aviso oficial de cambios en la colaboración con la NOAA.

Sin embargo, investigadores canadienses como Fisk señalan que la investigación en el área de los Grandes Lagos ha dependido en gran medida de la colaboración transfronteriza.

Con el temor de que estas restricciones sean parte de una tendencia de aislamiento científico por parte de Estados Unidos, muchos piensan que esto tendrá repercusiones no solo en América del Norte, sino a nivel global.

La ciencia, por su naturaleza, debe ser una actividad sin fronteras, y los recientes acontecimientos podrían frenar tanto el progreso como la investigación a nivel internacional.

"La investigación científica nunca debería estar sujeta a barreras políticas", concluye Fisk, enfatizando la necesidad de una colaboración continua entre naciones.