Investigaciones sobre la salud de los astronautas tras un prolongado viaje en el espacio son clave para prepararse para futuras misiones interplanetarias.

Los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams han regresado a la Tierra tras pasar nueve meses en el espacio, y sus experiencias están generando un gran interés entre los científicos que se preparan para futuras misiones a Marte.

Esta peculiar situación ofrece valiosa información sobre los efectos que la microgravedad y el entorno hostil del espacio pueden tener sobre el cuerpo humano.

Durante su estancia, ambos astronautas experimentaron diversos cambios físicos que se han vuelto objeto de estudio. Según la NASA, el viaje a Marte, programado para la próxima década, podría durar un total de 21 meses, lo que plantea importantes preguntas sobre la salud y el bienestar de los tripulantes durante tales períodos prolongados.

La falta de gravedad provoca que los líquidos corporales tiendan a acumularse en la parte superior del cuerpo, lo que resulta en hinchazón facial y presión intracraneal, lo que posiblemente afecte la visión.

El Dr. Farhan Asrar, profesor asociado en la Universidad de Toronto y experto en medicina espacial, ha destacado que tales cambios pueden acarrear problemas significativos para la salud de los astronautas.

"Desde la cabeza hasta los pies, el cuerpo puede enfrentar una variedad de desafíos", comenta. En la Tierra, la gravedad actúa como un aliado para el mantenimiento de la masa ósea y muscular; por lo tanto, los astronautas deben realizar ejercicio casi dos horas al día en el Estación Espacial Internacional (EEI) para mitigar la pérdida muscular y ósea.

Además de los cambios en la masa muscular y ósea, la salud cardiovascular también se ve afectada. Estudios han sugerido que las arterias carotídeas de los astronautas pueden mostrar un envejecimiento equivalente a 20 años tras solo seis meses en el espacio.

El regreso a la Tierra puede ser complicado por dificultades en la regulación de la presión arterial y otros problemas cardíacos.

Robert Thirsk, un exastronauta de la Agencia Espacial Canadiense, ha enfatizado que la atención médica debe ser una prioridad en futuras misiones.

"La forma en que se entregue la atención médica es el principal desafío que necesitamos resolver antes de lanzar a la primera tripulación", dijo Thirsk, sugiriendo que la automedicación y el uso de herramientas de diagnóstico habilitadas por inteligencia artificial serán esenciales.

Aunque la experiencia de Wilmore y Williams ha sido notable, el récord de permanencia en espacio lo ostenta Valery Polyakov, quien vivió en la estación rusa Mir durante 437 días.

En aquel entonces, los avances tecnológicos eran limitados, con equipos de un tamaño similar a una máquina de ecografía. Hoy en día, el ultrasonido en la EEI ha sido reducido al tamaño de una consola de videojuegos, permitiendo una monitorización más precisa de la salud de los astronautas.

El retorno seguro y saludable de los astronautas después de períodos prolongados en el espacio es vital no solo para las futuras misiones a Marte, sino también para todas las exploraciones espaciales.

La información recolectada durante la estancia de Wilmore y Williams se comparará con datos previamente recogidos para entender mejor cómo estos cambios afectan a la fisiología humana, ayudando así en la preparación de equipajes de astronautas en el futuro.

El viaje espacial, aunque emocionante e inspirador, presenta desafíos sin precedentes. Herramientas y técnicas para lidiar con estos efectos en la salud seguirán evolucionando, y se espera que la investigación actual brinde luces sobre cómo enfrentar las eventualidades en futuras misiones interplanetarias.