Un episodio de tensión en una base de investigación en la Antártida plantea interrogantes sobre la convivencia en misiones prolongadas a Marte.

Un reciente incidente en la base de investigación SANAE IV en la Antártida ha puesto en evidencia la posibilidad de conflictos entre miembros de expediciones en condiciones extremas, lo cual es crucial para la planificación de futuras misiones tripuladas a Marte.

Esta base, ubicada en una remota región de la Antártida Oriental, alberga a un equipo de nueve personas, compuesto por un médico, científicos y ingenieros, quienes están aislados durante diez meses en un entorno hostil y oscuro característico de la temporada invernal en el hemisferio sur.

El suceso que ha generado preocupación fue una altercación entre un miembro del equipo y el líder del mismo, que presuntamente culminó en un ataque físico, amenazas de muerte y acoso sexual.

Aunque los nombres de los involucrados no han sido revelados, el gobierno sudafricano ha informado que el conflicto está siendo mediado y que el acusado ha presentado una disculpa formal.

Según la información oficial, el problema ha sido considerado resuelto y no se requerirá una evacuación del equipo.

Este tipo de situaciones violentas en entornos cerrados y con altas condiciones de aislamiento son temas cruciales para los planificadores de misiones a Marte.

El viaje hasta el planeta rojo, utilizando la tecnología disponible actualmente, tomará aproximadamente siete meses, y una vez que la tripulación llegue allí, deberá permanecer en el planeta por casi un año, esperando que la Tierra se alinee a la misma órbita que Marte para poder regresar.

En total, esto daría como resultado un viaje redondo que podría extenderse entre 750 y 1,000 días, dependiendo del combustible disponible para el regreso.

La Antártida es considerada un análogo de Marte debido a su desolación y lejanía. Durante el viaje, los astronautas estarán completamente solos, confinados en su nave espacial y, posteriormente, en el hábitat en la superficie marciana.

En caso de una emergencia, una misión de rescate estaría, de forma optimista, a muchos meses de distancia. Esta sensación de aislamiento se agrava por la latencia en la comunicación; un mensaje de radio puede tardar hasta 20 minutos en llegar de Marte a la Tierra.

A diferencia de misiones previas, donde se podía abrir una puerta y escapar físicamente del aislamiento, el explorador marciano no tendrá esa opción.

Estudios sobre los efectos de la vida espacial a largo plazo han comenzado a abordar no solo los desafíos físicos, como la pérdida de masa ósea y problemas musculares, sino también las necesidades anímicas de los astronautas.

La NASA ha realizado investigaciones sobre la salud psicológica en la Estación Espacial Internacional, aunque no en el marco temporal extremo que conllevaría una misión a Marte.

Experimentos como Mars 500 han simulado este tipo de situaciones en un entorno más controlado en la Tierra, proporcionando datos útiles sobre la convivencia en aislamiento.

Más recientemente, astronautas estadounidenses, Suni Williams y Butch Wilmore, regresaron a la Tierra tras permanecer 286 días en la estación espacial, una experiencia que enriquecería la evaluación de efectos psicológicos en estadías prolongadas.

Durante su tiempo en el espacio, ambos astronautas cumplieron roles operativos, lo que puede haber mitigado algunos efectos negativos del aislamiento.

Para que una misión a Marte tenga éxito, será esencial un entrenamiento psicológico extensivo y la selección cuidadosa de la tripulación, asegurando que los astronautas sean capaces de convivir y resolver conflictos antes de embarcarse en una travesía de años por el espacio.