El Hospital Gregorio Marañón destaca por su investigación pionera en terapias grupales para abordar conductas de chemsex en pacientes de salud mental, premiando a Israel Guillén por su enfoque práctico y compromiso social.

El Hospital General Universitario Gregorio Marañón, uno de los centros hospitalarios más prestigiosos de Madrid, ha sido escenario de un reconocimiento importante para la enfermería en salud mental.

En la reciente edición de las X Jornadas de Investigación de Enfermería en Salud Mental de la Comunidad de Madrid, un proyecto innovador dirigido por el enfermero especialista Israel Guillén Cabrera fue galardonado como el mejor de su categoría.

Este trabajo se centra en la problemática emergente y altamente estigmatizada del chemsex, una práctica que combina el consumo de sustancias psicoactivas durante relaciones sexuales prolongadas, que en algunos casos puede extenderse hasta varios días.

Supuestamente, esta práctica ha aumentado en los últimos años en la región madrileña, en línea con tendencias globales donde las conductas de riesgo relacionadas con el uso de drogas en contextos sexuales se han convertido en un desafío para los servicios sanitarios.

La investigación de Guillén, que ha sido respaldada por la ONG “Apoyo Positivo”, se basa en una terapia grupal dirigida a usuarios de chemsex, con el objetivo de motivar cambios en su comportamiento y ofrecerles un espacio seguro para expresar sus experiencias.

El proyecto, que se ha desarrollado en respuesta a la creciente demanda asistencial en diferentes unidades de atención en salud mental, propone un enfoque práctico y cercano a la realidad social de estos pacientes.

La terapia grupal, liderada por enfermeros especializados, permite a los participantes sentirse comprendidos y menos estigmatizados, promoviendo la confianza y facilitando un intercambio de experiencias que resulta fundamental en procesos de recuperación.

Supuestamente, esta intervención ayuda a algunos a abandonar el consumo, que a menudo utilizan como vía de escape ante problemas de regulación emocional, mientras que otros logran moderar su uso.

Guillén explica que “estas terapias ofrecen a los pacientes un espacio para sentirse más identificados, más tranquilos y seguros. La interacción en grupo ayuda a despatologizar sus conductas y a entender que no están solos frente a sus dificultades”.

La motivación al cambio, un elemento clave en la intervención, ha sido uno de los aspectos más valorados por el jurado. La investigación demuestra que, mediante estas sesiones, los pacientes adquieren herramientas para gestionar mejor sus emociones, relaciones y sexualidad, incorporando habilidades que les permitan reducir riesgos o abandonar el consumo.

La colaboración con “Apoyo Positivo” ha sido fundamental para fortalecer la propuesta, ya que esta organización trabaja en la promoción de la salud sexual y en la reducción de daños.

Supuestamente, uno de los mayores retos en la atención a estos pacientes es el miedo y la discriminación que sienten hacia el sistema sanitario. Guillén aboga por una formación especializada en salud mental y en cultura LGTB, para que los profesionales puedan ofrecer una atención más efectiva y empática.

“Muchos pacientes no acuden por temor a ser juzgados o rechazados, por eso es fundamental crear entornos que fomenten la confianza y la seguridad”, afirma.

Este reconocimiento llega en un momento en que la comunidad científica y sanitaria en Madrid busca innovar en estrategias para abordar problemáticas sociales complejas.

La región, que ha sido pionera en campañas de salud pública y en la incorporación de terapias innovadoras, continúa consolidándose como un referente en la atención integral a la salud mental.

Supuestamente, la historia de Guillén y su proyecto no solo refleja un avance en la atención clínica, sino también un cambio cultural en la percepción sobre el chemsex, que en el pasado fue considerado un tabú.

La apuesta por la terapia grupal y la formación especializada en salud mental y diversidad sexual demuestra un compromiso con la inclusión y la protección de los derechos de los colectivos más vulnerables.

En definitiva, este reconocimiento no solo destaca la labor de un profesional singular, sino que también pone de manifiesto la importancia de la innovación y la sensibilidad social en el ámbito sanitario.

La comunidad de Madrid, a través de su sistema de salud pública, continúa demostrando que es posible afrontar desafíos sociales con propuestas fundamentadas en la comprensión, el respeto y la evidencia científica.