La Comunidad de Madrid ha iniciado trámites para proteger dos importantes sitios de su historia industrial y cerámica, incluyendo la antigua fábrica de cerveza El Águila y la fábrica de porcelana de Valdemorillo, declarando estos espacios Bienes de Interés Cultural.

La Comunidad de Madrid ha comenzado el proceso para declarar diversos espacios históricos como Bienes de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Sitio Industrial, con lo que busca preservar su valor patrimonial y arquitectónico para futuras generaciones.

Entre los sitios destacados se encuentran la antigua fábrica de cerveza El Águila, ubicada en el distrito de Arganzuela, así como los restos de la industria de lozas de Valdemorillo, que incluye hornos, torres, un pudridero de caolín y un depósito de agua.

El complejo actualmente alberga la Biblioteca Regional y la Biblioteca Regional de Madrid, en un edificio que originalmente fue una fábrica de cerveza en estilo neomudéjar, proyectada en 1912 por el arquitecto Eugenio Jiménez Corera.

Este enclave es uno de los ejemplos más importantes de la arquitectura industrial de principios del siglo XX en la región, además de ser uno de los mejor conservados en la capital española.

La protección que se otorga a estos bienes incluye la preservación de los muros perimetrales, las cubiertas de madera en los silos y, en parte, las cubiertas de la mal­tería.

El diseño de esta fábrica destaca por el uso expresivo del ladrillo macizo, una técnica característica de la arquitectura industrial de la época.

La factoría de cerveza El Águila, fundada en la segunda década del siglo XX, llegó a alcanzar una cuota de mercado del 25% en el sector cervecero. Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), la planta fue incautada por el gobierno republicano, pero posteriormente fue recuperada y ampliada con nuevas instalaciones, incluyendo una botellería y talleres en la confluencia de las calles Bustamante y Vara del Rey.

En la década de los 60, la marca trasladó su sede a San Sebastián de los Reyes, dejando la fábrica del centro de Madrid, la cual quedó en desuso y fue abandonada hasta que en 1993 la Comunidad adquirió el inmueble para su recuperación y conservación.

La protección del sitio busca conservar elementos históricos como los muros de fachada y las estructuras internas, que reflejan la historia de la industria cervecera madrileña.

Por otro lado, en el ámbito de la cerámica, la Comunidad también ha declarado como BIC los restos de la antigua fábrica de porcelana en Valdemorillo, conocida como Fábrica de Porcelana y Loza Fina Falcó y Giralt Laporta.

Los elementos protegidos comprenden hornos como Vulcano, Moisés y Progreso, además del depósito de agua y del pudridero de caolín en el interior de la actual Casa de la Cultura de la localidad.

Establecida en 1845 por Juan Falcó, esta fábrica fue pionera en la introducción en España de la decoración floral en la cerámica mediante calcomanía, lo que le valió premios internacionales y un reconocimiento en la producción de loza fina.

Tras su cierre en 1914, la fábrica reabrió en 1915, manteniendo su presencia en el mercado hasta finales del siglo XX. Académicos y museos nacionales conservan abundantes muestras de sus productos, que reflejan la calidad y tradición cerámica de la región.

Este tipo de acciones refleja el compromiso de la Comunidad de Madrid por proteger y poner en valor su historia industrial y artística, reconociendo la importancia de estos enclaves para entender el desarrollo económico y cultural de la región.

La incorporación de estos sitios a la categoría de Bienes de Interés Cultural no solo garantiza su protección, sino que también contribuye a potenciar el turismo cultural y la conciencia sobre el patrimonio industrial, que ha sido fundamental en la configuración de la identidad madrileña a lo largo de los años.

La inversión en conservación y puesta en valor de estos espacios se traduce en una mejor comprensión de las tradiciones fabriles y artesanales que han dado forma a la historia social de Madrid y su provincia.