El Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu ha admitido de manera tácita que su gobierno suministra armas a una banda criminal opuesta a Hamás, en medio de acusaciones por parte de exministros y declaraciones de organizaciones palestinas que señalan una colaboración encubierta y un aumento en los conflictos internos en Gaza.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha dado un paso que ha generado controversia al reconocer, de forma tácita, que su administración ha estado entregando armamento a un grupo criminal vinculado a una tribu enemistada con Hamás en la Franja de Gaza.
La revelación surge en medio de acusaciones por parte de exministros y figuras políticas israelíes que aseguran que el gobierno ha estado proporcionando armas a facciones contrarias a Hamás, específicamente a grupos ligados a la tribu Abú Shabab, que operan en los alrededores del paso fronterizo de Kerem Shalom.
Este incidente no solo evidencia las tensiones internas en Gaza, sino que también refleja una historia de conflictos políticos y militares que se remontan a décadas.
Desde la creación del Estado de Israel en 1948, la región ha sido escenario de enfrentamientos constantes, que han involucrado a diversas facciones y tribus, muchas de las cuales han sido utilizadas por diferentes gobiernos en diferentes momentos para consolidar sus intereses.
La acusación fue formulada por Avigdor Lieberman, exministro de Defensa y líder del partido Yisrael Beitenu, quien en una entrevista con la emisora pública israelí Kan, afirmó que "el gobierno israelí está entregando armas a grupos identificados con Estado Islámico en Gaza, sin la aprobación del gabinete".
Además, señaló que las autoridades de seguridad, incluido el jefe del Shin Bet, están al tanto de estas operaciones, pero que no hay claridad sobre el conocimiento del Estado Mayor del Ejército.
Por su parte, Hamás, el grupo que controla Gaza, ha reaccionado con dureza a estas revelaciones. En un comunicado, la organización ha señalado que la admisión oficial confirma la existencia de una coordinación entre bandas armadas, colaboradores de Israel y el propio Ejército israelí para saquear ayuda humanitaria y crear crisis que aumentan el sufrimiento de la población palestina.
La organización también acusó a Israel de organizar y patrocinar operaciones de robo y de promover la hambruna en la zona, con el objetivo de quebrantar la resistencia palestina.
El Clan Abú Shabab, que ha sido acusado en varias ocasiones de saqueos y actividades delictivas relacionadas con la ayuda humanitaria en Gaza, ha reforzado su presencia en los últimos meses.
Hace pocos días, abrió una cuenta en la red social X (anteriormente Twitter) para anunciar la creación de las Fuerzas Populares de Palestina, con la supuesta intención de resolver problemas de hambre, refugio y dignidad en Gaza.
Sin embargo, las autoridades palestinas y organizaciones internacionales han denunciado que estos grupos mantienen lazos con Israel y que sus actividades contribuyen a la crisis humanitaria.
El conflicto actual se intensificó el 7 de octubre de 2023, cuando Hamás y otras facciones palestinas llevaron a cabo ataques masivos contra Israel, causando cerca de 1,200 muertos y aproximadamente 250 secuestrados, según cifras oficiales de Jerusalén.
En respuesta, Israel lanzó una ofensiva que ha provocado la muerte de más de 54,650 personas y heridas a otras 125,500 en Gaza, según las autoridades controladas por Hamás.
La situación en Gaza sigue siendo extremadamente delicada, con múltiples actores involucrados en un entramado de intereses políticos, militares y económicos.
La comunidad internacional ha pedido en varias ocasiones una solución diplomática, pero los enfrentamientos y las acusaciones mutuas parecen complicar aún más una resolución pacífica.
La revelación de Netanyahu sobre las entregas de armas a facciones rivales, además de las acusaciones de saqueo y colaboración, muestran la complejidad del conflicto y la posibilidad de que las divisiones internas sean tan peligrosas como las externas.
Mientras tanto, la población civil continúa sufriendo las consecuencias de una guerra que parece no tener fin, con un futuro incierto para millones de personas en Gaza, atrapadas en medio de una lucha que trasciende las fronteras y las ideologías.