El gobierno chino reafirma que no hay ganadores en la guerra arancelaria mientras EE.UU. enfrenta una suspensión de sus gravámenes, en medio de tensiones comerciales que remiten a décadas de disputas económicas.

El gobierno de China ha dejado claro que en una disputa comercial no existen vencedores, enfatizando que el proteccionismo solo perjudica a todas las partes involucradas.

La portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Mao Ning, expresó que "no hay ganadores en una guerra arancelaria o comercial" y subrayó que las medidas proteccionistas dañan los intereses de todos y además son impopulares.

Estas declaraciones llegan en un momento de alta tensión entre las dos mayores economías del mundo, cuando un tribunal federal en Estados Unidos ordenó suspender la mayor parte de los aranceles impuestos por el expresidente Donald Trump.

Este fallo judicial considera que las medidas adoptadas por Trump, que incluyeron gravámenes del 30% sobre productos chinos y del 25% sobre bienes provenientes de México y Canadá, además de un arancel global del 10%, se extralimitó en sus funciones y fueron, por tanto, ilegales.

La decisión judicial ha generado reacciones en ambos lados del Pacífico, con China reiterando su postura de que la confrontación comercial solo perjudica a la economía global y que la cooperación es la única vía sostenible para resolver disputas.

Por su parte, la Casa Blanca anunció que apelará esta sentencia y defendió la necesidad de mantener los aranceles. Según el viceportavoz de la Presidencia de Estados Unidos, Kush Desai, los déficits comerciales con otros países han creado una "emergencia nacional" que afecta a las comunidades estadounidenses.

Desai señaló que "no les corresponde a jueces no electos decidir cómo abordar adecuadamente una emergencia" y que la administración del presidente Trump está comprometida a usar todos los recursos del poder ejecutivo para proteger los intereses de EE.UU., buscando restaurar lo que consideran la grandeza del país.

El contexto de esta disputa no es nuevo; las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos han sido una constante en las últimas décadas, especialmente desde la llegada de Donald Trump a la presidencia en 2017.

La estrategia de imponer aranceles buscaba reducir el déficit comercial estadounidense, que en 2019 alcanzó aproximadamente 900 mil millones de dólares, unos 810 mil millones de euros, y que algunos expertos consideran que afectó a industrias clave en EE.UU.

Asimismo, China ha respondido con medidas similares y ha trabajado en reducir su dependencia de las exportaciones, promoviendo una economía más orientada al consumo interno y a la innovación tecnológica.

La disputa también ha tenido repercusiones en el ámbito global, afectando cadenas de suministro y generando incertidumbre en los mercados financieros.

En un escenario histórico, estas tensiones recuerdan episodios anteriores de proteccionismo en la historia económica mundial, como la Gran Depresión de los años 30, cuando las políticas arancelarias de EE.UU. agravan la recesión mundial. La actual disputa subraya la importancia de buscar soluciones diplomáticas y evitar una escalada que pueda perjudicar aún más a la economía global, que aún se recupera de los efectos de la pandemia de COVID-19.

La comunidad internacional observa con atención cómo evoluciona esta confrontación, que podría marcar un nuevo capítulo en la relación entre las dos potencias económicas del planeta.