El gobierno de EE.UU. llevó a cabo una operación militar sin precedentes en Irán, impactando varias de sus principales instalaciones nucleares en una acción que marca un giro en la tensión en Oriente Medio. La estrategia, considerada la más grande en su tipo en la historia del país, supuestamente fue preparada durante meses y contó con una sofisticada planificación para sorprender a Irán. Este ataque se produce en medio del conflicto regional que involucra a Irán, Israel y Estados Unidos, y podría tener repercusiones a nivel internacional.
En la noche del sábado 21 de junio, Estados Unidos llevó a cabo una operación militar de gran envergadura contra Irán, la cual ha sido conocida como 'Martillo de Medianoche'.
Este ataque fue el más grande en la historia del país con aviones B-2, y supuestamente fue meticulosamente planificado durante varios meses para maximizar su efectividad y minimizar las pérdidas.
La operación, que incluyó el uso de señuelos y maniobras de distracción, logró impactar tres de las instalaciones nucleares más importantes en Irán, en un momento en que la tensión en la región se encontraba en su punto más alto.
Supuestamente, ningún otro país había podido llevar a cabo una operación de esta magnitud en territorio iraní, resaltando el poder militar sin precedentes de Estados Unidos.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, afirmó que Estados Unidos posee 'el mayor poderío militar que el mundo haya visto jamás', y que esta operación demuestra la capacidad de su fuerza aérea para realizar ataques estratégicos de alta precisión y en secreto.
El ataque contó con la participación de más de 125 aeronaves, incluyendo los famosos aviones bombarderos B-2 Spirit, considerados los más avanzados en el mundo para penetrar defensas pesadas.
Además, se emplearon 75 bombas y misiles de ataque, entre ellos las bombas antibúnker de 13.600 kilos y misiles Tomahawk lanzados desde submarinos, dirigidos específicamente contra las instalaciones de Fordó, Natanz e Isfahán.
Los B-2, con su capacidad de invisibilidad en radares, lograron realizar un ataque preciso en dos sitios clave, detonando bombas de 13.600 kilos sobre Fordó y Natanz, mientras que los misiles Tomahawk impactaron en Isfahán, en un intento de desactivar las capacidades nucleares de Irán y reducir su potencial militar en la región.
Según el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto, esta fue la operación más grande en la historia de Estados Unidos con aviones B-2 y también la más larga desde los ataques del 11 de septiembre de 2001.
La operación comenzó en la noche del viernes y se extendió hasta la tarde del sábado, con los bombarderos despegaron desde la base de Whiteman en Misuri.
Algunos vuelos se dirigieron hacia Guam en el Pacífico para actuar como señuelo, mientras que otros volaron directamente hacia Irán, en un trayecto que duró aproximadamente 18 horas.
A las 17:00 hora de Washington (21:00 GMT), un submarino estadounidense lanzó un total de más de dos docenas de misiles de crucero contra las instalaciones nucleares en Isfahán, justo cuando los aviones estaban en el espacio aéreo iraní.
Poco después, a las 18:40 hora local (22:40 GMT y 02:10 del domingo en Irán), los B-2 lanzaron las bombas principales en Fordó. La operación culminó a las 19:05 (23:05 GMT), con el impacto en los últimos objetivos.
Tras completar el ataque, las fuerzas estadounidenses regresaron sin sufrir bajas ni ser detectadas por los sistemas iraníes. El general Caine afirmó que los cazas iraníes no despegaron y que sus sistemas de misiles tierra-aire no lograron detectar la presencia de las aeronaves estadounidenses, lo que evidencia la precisión y el sigilo de la operación.
Supuestamente, la Casa Blanca, bajo la supervisión del expresidente Donald Trump, monitorizó en tiempo real la operación desde una sala de crisis.
Trump, quien supuestamente pasó el día en su campo de golf en Nueva Jersey, habría dado instrucciones para la ejecución del ataque, que podría marcar un antes y un después en la política militar en Oriente Medio.
Este ataque se enmarca en un contexto de tensiones crecientes entre Irán e Israel, y en una región donde supuestamente las operaciones militares y las sanciones internacionales buscan limitar el avance nuclear iraní.
La comunidad internacional ha quedado en vilo ante las posibles repercusiones, que podrían incluir represalias o una escalada del conflicto en la región.
La situación sigue siendo tensa, y las próximas horas serán cruciales para determinar si se abre una nueva fase de enfrentamientos o si se busca una vía diplomática para resolver la crisis.