La justicia china confirma la ejecución de Bai Tianhui, exejecutivo de Huarong, tras ser condenado a muerte por aceptar sobornos por más de 134 millones de euros. La medida refleja la dura postura del país ante la corrupción de altos cargos.
En un fuerte mensaje contra la corrupción, las autoridades chinas han llevado a cabo la ejecución de Bai Tianhui, antiguo directivo del polémico banco estatal Huarong, tras recibir la aprobación definitiva del Tribunal Supremo.
La sentencia se dictó después de que en mayo de 2024 fuera condenado a muerte por aceptar sobornos por un valor que supera los 134 millones de euros (equivalentes a 1.108 millones de yuanes).
Supuestamente, Bai Tianhui utilizó sus cargos en varias divisiones de Huarong International, incluyendo los puestos de director general, responsable de expansión de negocio e inversiones bancarias, y directivo de operaciones de capital, para favorecer a determinadas empresas en adquisiciones de activos y operaciones de financiación.
A cambio, supuestamente recibió pagos y bienes cuyo valor total superó los 134 millones de euros, lo que supuestamente contribuyó a un deterioro en la gestión del banco y afectó la economía del país.
La ejecución fue llevada a cabo por el Tribunal Popular Intermedio número 2 de Tianjin, en el noreste de China, tras la revisión y aprobación del Tribunal Supremo.
Antes de su sentencia, Bai Tianhui mantuvo un encuentro con sus familiares, según reportes oficiales, aunque no se especificó el método de ejecución empleado.
La decisión refleja la línea dura que mantiene el gobierno chino frente a casos de corrupción en altos niveles, especialmente en instituciones financieras estatales.
Supuestamente, la investigación determinó que entre 2014 y 2018, Bai utilizó su influencia para facilitar ventajas a ciertas empresas, beneficiándose de manera personal y beneficiando a otros en el proceso.
La condena a muerte en China por casos de soborno de cuantías especialmente elevadas se ha vuelto menos frecuente en los últimos años, aunque todavía se emplea en casos considerados especialmente graves.
Por lo general, las sentencias capitales en casos de corrupción suelen venir acompañadas de la llamada “prórroga de dos años”, que implica que la ejecución no se realiza a menos que el condenado reincida en sus delitos en ese período.
Sin embargo, en este caso, el Tribunal Supremo consideró que la gravedad de los hechos justifica la severidad máxima, calificando la conducta de Bai Tianhui como un delito de soborno de