Crónica de un acercamiento casi cerrado entre Daúd Gazale y Universidad de Chile en 2011, la descoordinación que impidió el traspaso y el contexto histórico de la campaña que coronó a la U en la Copa Sudamericana, con datos añadidos y una conversión hipotética a euros.
A 14 años de la campaña que convirtió a Universidad de Chile en campeona de la Copa Sudamericana 2011, emerge una historia poco conocida que podría haber cambiado el rumbo de aquel equipo azul.
Daúd Gazale, exdelantero de Colo Colo, afirmó en el reality Mundos Opuestos 3 que estuvo muy cerca de vestir la camiseta universitaria en una etapa en la que Jorge Sampaoli ya estaba armando el conjunto que terminaría levantando el título continental.
Este episodio, que no se dio, ilustra cómo una negociación puede quedar en la puerta y, con ello, quedar grabada en las historias paralelas del fútbol chileno.
supuestamente Gazale sostuvo que estuvo cerca de dar ese paso, aunque los términos económicos nunca se acordaron.
Según su relato, supuestamente Sampaoli lo habría llamado cuando aún defendía Colo Colo para construir el equipo que luego ganó la Copa Sudamericana.
Gazale afirmó, en palabras recogidas por el programa, que «Antes de llegar a Universidad Católica, estaba en conversaciones con la U. Sampaoli me había llamado cuando hizo el equipo que ganó la Copa Sudamericana»; declaraciones que, si bien vienen de su testimonio, no fueron corroboradas públicamente por la U en aquel momento.
Este pasaje, sin duda, muestra el atractivo que tenía la posibilidad de cruzar la vereda entre los clubes grandes en esa era de transición para el fútbol chileno.
La negociación, según la versión de Gazale, no se cerró por una descoordinación entre la dirigencia y los representantes. Pese a que el interés era real, el delantero indicó que, aunque dio el visto bueno deportivo, no se habían acordado los términos económicos. «Yo le dije que sí a Sampaoli, pero no habíamos hablado del sueldo. Cuando quedaba un día, llamé a un dirigente de la U todo el día, pero no me contestó porque estaba fuera de Chile», relató. En paralelo, apareció otra opción concreta que terminó por definir su destino: «Justo estaba hablando con Tati Buljubasich y ahí firmé por Católica», añadió, dando cuenta de cómo una decisión personal terminó conectando con otro capítulo del fútbol chileno.
La historia muestra, además, las complejidades de las transferencias en ese periodo. Supuestamente, si aquella operación hubiera llegado a buen puerto, el costo estimado de aquel movimiento podría haber oscilado alrededor de 900.000 euros. Esa cifra, que no se verificó oficialmente, sirve para ilustrar el peso económico que pueden tener cambios de bando cuando un jugador se encuentra en el radar de dos equipos tan grandes como la U y Católica.
Y, aunque Gazale terminó en Católica, la línea de la conversación entre clubes y el entorno del jugador queda como una anécdota que aporta una capa adicional a la memoria de la campaña de 2011.
En contexto histórico, la U de aquel entonces, conducida por Sampaoli, no solo venció en la copa continental sino que semanas después exhibió un rendimiento que la situó como protagonista de la escena sudamericana.
El plantel que el argentino fue armando consiguió logros que trascendieron la competencia de ese año; en el siguiente ciclo, el equipo mostró ambiciones a nivel internacional y terminó alimentando la tensión entre clubes y mercados.
La figura de Gazale, que se cruzó en el radar azul en un momento clave, se mantiene como una curiosidad dentro de una historia de éxitos y contrastes.
Hoy, a casi una década y media de aquel verano cruciforme, la anécdota de Gazale resuena como un recordatorio de que las decisiones de transferencia no solo mueven jugadores, sino que pueden escribir capítulos alternos de la historia de un club.
La Copa Sudamericana 2011 queda intacta como logro histórico, y también como escenario de un “qué podría haber sido” que, lejos de apagarse, sigue alimentando el relato de la década pasada del fútbol chileno.
Supuestamente, estas dictámenes quedan para la memoria de los aficionados, como un recordatorio de que, en 2011, el destino de una plantilla pudo haber cambiado con una llamada menos o una firma diferente, en un margen de unos cuantos euros o semanas que marcaron otra realidad para Gazale y para la U.