La creciente tendencia hacia los vehículos eléctricos enfrenta obstáculos como los costos de instalación y la falta de espacio en los garajes, lo que podría frenar su adopción masiva en los próximos años.

La llegada de los vehículos eléctricos (VE) al mercado ha sido uno de los avances más significativos en la lucha contra la contaminación y el cambio climático.

Sin embargo, a pesar de su creciente popularidad, existen obstáculos importantes que podrían limitar su adopción masiva en los hogares, especialmente relacionados con la infraestructura necesaria para cargarlos.

Según un informe reciente de una agencia de comunicaciones estratégicas basada en Michigan, la instalación de cargadores en casa y la disponibilidad de espacio en los garajes son factores decisivos en la transición hacia una movilidad más sostenible.

Supuestamente, la mayoría de las viviendas en Estados Unidos pueden soportar la instalación de un punto de carga eléctrica, pero no todos cuentan con el espacio suficiente para estacionar un vehículo en el garaje.

Esto representa un problema especialmente para quienes viven en apartamentos o viviendas multifamiliares, donde la dificultad para acceder a un punto de carga adecuado puede retrasar o impedir la adopción de vehículos eléctricos.

La misma agencia estima que el costo medio para instalar un cargador en casa puede rondar los 1.700 euros, dependiendo de las condiciones eléctricas del inmueble.

Históricamente, la infraestructura de carga en los hogares ha sido uno de los principales obstáculos para los potenciales compradores de VE. Aunque en la actualidad existen cargadores de nivel 2, considerados los mejores para uso doméstico, su instalación puede variar en costo y dificultad según la antigüedad de la vivienda y la proximidad del cuadro eléctrico.

Para algunos, la actualización del sistema eléctrico puede suponer un gasto adicional que supuestamente alcanza los 4.000 euros, en casos donde sea necesario ampliar la capacidad del panel de distribución.

Además, la presencia de garajes desordenados o con espacio limitado puede ser una barrera adicional. Se estima que, si bien la mayoría de los hogares estadounidenses tienen acceso a una fuente eléctrica cercana, un tercio de los propietarios con garaje no disponen de suficiente espacio para estacionar cómodamente y cargar su vehículo.

Alternativamente, se pueden instalar cargadores en exteriores, aunque estos suelen tener un costo similar, aproximadamente 1.700 euros, y pueden presentar mayores desafíos en términos de protección contra las inclemencias del tiempo.

Supuestamente, los cargadores rápidos de corriente continua, que pueden cargar un VE en menos de 30 minutos, representan menos del 4% del total de cargadores en redes privadas en Norteamérica y su costo de instalación puede llegar a los 58.000 euros. Sin embargo, estos tipos de cargadores son más comunes en estaciones públicas y menos en los hogares.

El futuro de la movilidad eléctrica dependerá en gran medida de la capacidad de superar estos obstáculos. Según proyecciones de la industria, para 2035, entre 20% y 44% de las ventas de vehículos nuevos en Norteamérica serán eléctricos, lo que significaría la necesidad de que millones de propietarios instalen puntos de carga en sus viviendas.

La existencia de un sistema eléctrico adecuado y accesible será clave para facilitar esta transición.

Por otro lado, el mercado de vehículos eléctricos continúa creciendo rápidamente, impulsado por incentivos fiscales y avances tecnológicos. Sin embargo, expertos como analistas de mercado presuntamente advierten que la adopción masiva todavía enfrenta desafíos relacionados con el costo y la infraestructura.

La inversión necesaria para instalar la infraestructura de carga en hogares y en lugares públicos en los próximos años podría superar los 135 mil millones de euros, de los cuales una significativa parte sería asumida por los propietarios particulares.

En resumen, aunque los vehículos eléctricos representan una solución prometedora para reducir las emisiones contaminantes, su adopción a nivel doméstico aún está condicionada por aspectos económicos y de espacio.

La mejora en la infraestructura eléctrica y la reducción de costos de instalación serán fundamentales para que más hogares puedan sumarse a esta revolución energética y contribuir a un futuro más limpio y sostenible.