El auge del trabajo remoto ha transformado el mercado de la vivienda en Estados Unidos, redefiniendo cómo y dónde vivimos.
La pandemia de COVID-19 no solo alteró nuestras rutinas diarias, sino que también ha tenido un impacto profundo en el mercado inmobiliario. A medida que las restricciones comenzaron a levantarse, muchos estadounidenses se dieron cuenta de que su estilo de vida y sus necesidades habitacionales habían cambiado drásticamente.
En 2019, Allison Squires y su esposo Simon Jones compraron una pintoresca casa de campo de 200 años en el condado de Dutchess, Nueva York, con la esperanza de que sirviera como un refugio del ajetreo de la vida urbana.
Sin embargo, un año después, cuando el mundo se vio obligado a permanecer en casa, abandonaron su apartamento en la ciudad y convirtieron la casa en su principal lugar de trabajo.
Hoy, Squires, quien es profesora en la Universidad de Nueva York, señala que el trabajo remoto ha dado lugar a una mayor flexibilidad. "La broma que hacemos es que, en realidad, mi trabajo principal es gestionar esta propiedad, mientras que mi puesto en NYU es un trabajo secundario", comenta.
Esta transformación en la dinámica laboral ha llevado a muchas personas a reconsiderar dónde quieren vivir, lo que ha tenido repercusiones en el mercado de la vivienda.
Desde el inicio de la pandemia, los precios de las viviendas han aumentado de manera sorprendente. De acuerdo con un análisis de la Universidad de Harvard, entre marzo de 2020 y marzo de 2023, los precios de las viviendas en áreas urbanas de alta densidad aumentaron en un 21% de media.
Sin embargo, en condados rurales y suburbios de baja densidad, el incremento fue de más de un tercio. Este cambio ha vuelto zonas previamente asequibles, como Spokane, Washington, donde el precio medio de las viviendas ronda los 400,000 euros, cada vez más inalcanzables para muchos.
Con el auge del trabajo remoto, muchos estadounidenses han buscado mudarse a lugares que ofrezcan un mejor costo de vida y calidad de vida. Jola Pieslak, que vivía en una comunidad cercana a Aspen, Colorado, decidió mudarse a Spokane tras descubrir que el costo de vida era demasiado elevado en su antiguo hogar, donde el precio medio de una vivienda supera los 3.9 millones de euros. "Queríamos un lugar que se alineara con nuestro estilo de vida y que fuera asequible", dice Pieslak.
Los expertos creen que el trabajo remoto ha llegado para quedarse. Steven J. Davis, del Hoover Institution, señala que actualmente, alrededor del 28% de las horas de trabajo en EE.UU. se realizan desde casa, lo que representa un aumento significativo en comparación con los niveles previos a la pandemia. Este cambio ha llevado a que las empresas se adapten y muchas de ellas ahora aceptan con mayor facilidad el trabajo remoto, lo que influye en las decisiones de vivienda de sus empleados.
La migración hacia áreas más asequibles y el trabajo remoto también han cambiado las dinámicas en comunidades que solían ser consideradas menos deseables.
Ahora, estas áreas están viendo un aumento en la población, lo que a su vez ha llevado a un crecimiento en la demanda de servicios y escuelas.
En el nuevo hogar de Squires, por ejemplo, la llegada de nuevas familias ha revitalizado la comunidad, aumentando la participación de los jóvenes en actividades como el béisbol infantil.
"Hemos pasado de preocuparnos por no tener suficientes niños para formar un equipo, a tener un equipo que se ha cuadruplicado en tamaño desde la pandemia", concluye Squires.
La evolución del trabajo remoto y su impacto en el mercado inmobiliario es un fenómeno que sigue desarrollándose, lo que plantea preguntas sobre cómo será el futuro de nuestra vida laboral y residencial.