Las recientes políticas arancelarias de EE. UU. generan preocupación en las tiendas de alimentos importados, afectando precios y productos disponibles para los consumidores.
En los últimos meses, las tiendas de alimentos internacionales en Estados Unidos están enfrentando una gran incertidumbre debido a las nuevas tarifas de importación instauradas por el gobierno estadounidense.
Estas políticas, que incluyen un aumento del 10% en los aranceles generales y un dramático 145% sobre los productos provenientes de China, están teniendo un impacto directo en los precios y en la disponibilidad de ingredientes esenciales para comunidades que dependen de estos productos.
Desde hace más de 30 años, pequeños comercios familiares como Hung Phat Grocery en Wheaton, Maryland, han sido fundamentales para ofrecer ingredientes auténticos de diversas culturas asiáticas y del mundo.
El dueño, Lenny Ung, expresó su preocupación: "Es frustrante, no queremos que cambien las cosas, pero no hay mucho que podamos hacer." La tienda importa más del 90% de sus productos, incluyendo hongos shiitake de China, mayonesa japonesa Kewpie y salsa de pescado vietnamita. Con las nuevas tarifas, Ung advierte que algunos productos podrían volverse prohibitivamente caros, obligando a su negocio a replantearse qué artículos mantener en stock.
El aumento de tarifas no solo eleva los costos, sino que también genera incertidumbre sobre cuánto incrementarán los precios sus distribuidores. La situación es especialmente complicada para productos perecederos, que requieren ser comprados en cantidades importantes y almacenados en condiciones óptimas.
Muchos pequeños comercios están considerando comprar en grandes volúmenes para mitigar los efectos del aumento de precios, aunque esto conlleva riesgos adicionales.
En ciudades como Pittsburgh, tiendas como Lotus Food están considerando sustituir productos chinos por otros de países como Tailandia, Indonesia o Taiwán.
Joy Lu, gerente de la tienda, comentó: "La mayoría de nuestros proveedores tienen varias semanas de inventario que aún no se ven afectados por las tarifas, pero en cuanto se agoten, los precios aumentarán y eso afectará nuestras ventas." La preocupación de estos minoristas es que los consumidores reduzcan sus compras o busquen alternativas más económicas, afectando sus ingresos.
Las tiendas de alimentos del Medio Oriente también sienten la presión, ya que muchas de sus mercancías, como carne halal, pan pita, baklava y legumbres, provienen de Turquía y Líbano, países que enfrentan un arancel del 10%.
En ciudades como Des Moines, Iowa, los dueños de negocios familiares como Hilal Groceries enfrentan la misma incertidumbre, sin saber exactamente qué productos pedir o en qué cantidad, debido a la falta de información clara de sus proveedores.
Antes de la escalada arancelaria, los precios de los alimentos ya estaban en aumento. La inflación en los precios de alimentos básicos, como huevos, carne y pescado, subió un 2.5% en el último año en EE. UU., impulsada en parte por brotes de influenza aviar que han obligado a eliminar millones de aves de corral. Esto ha provocado que productos como la harina de maíz y las hojas de yuca en tiendas especializadas hayan visto incrementos significativos en sus precios.
El impacto también se refleja en la comunidad latina, con tiendas mexicanas en ciudades como Des Moines enfrentando una disminución en la afluencia de clientes.
Alonso Magallanes, propietario de La Tienda Mexicana, señaló: "La gente está tratando de ahorrar en caso de que algo más suceda." La incertidumbre política y económica ha llevado a muchos a reducir gastos, temiendo un escenario de mayores dificultades.
Para comerciantes como Ung, la situación es especialmente dolorosa, ya que muchos de sus clientes son inmigrantes que dependen de estos productos para mantener vivas sus tradiciones y recetas familiares.
Ung, quien abrió su tienda hace más de 30 años, indica: "Solo podemos esperar que se negocie pronto, porque esto está volviéndose insostenible." La esperanza de estos pequeños negocios es que las negociaciones comerciales mejoren y que las tarifas puedan reducirse, permitiendo que los precios vuelvan a niveles razonables y que puedan seguir ofreciendo productos que para muchas comunidades representan mucho más que simple alimentación, sino un vínculo con su cultura y hogar.