Se propone un nuevo plan en EE.UU. que podría entregar hasta 1.350 euros a ciertos ciudadanos para afrontar sus gastos de salud, en lugar de extender las subvenciones del Obamacare. La medida, aún en discusión, busca dirigir fondos directamente a los pacientes, pero existen dudas sobre su eficacia para quienes enfrentan altos costes médicos.

En un contexto donde los costes de la atención médica en Estados Unidos continúan siendo uno de los mayores desafíos para sus ciudadanos, presuntamente se está considerando un nuevo plan que podría beneficiar a un segmento de la población con una cantidad significativa de dinero en concepto de ayuda para gastos de salud.

Según supuestamente declaraciones de políticos y expertos, este plan contempla la entrega de hasta 1.350 euros (que equivaldrían a aproximadamente 1.500 dólares en la tasa de cambio actual) a ciertos estadounidenses que cumplan con determinados requisitos.

El nuevo esquema, que aún no ha sido aprobado formalmente, sería una alternativa a la extensión de las subvenciones del Affordable Care Act (ACA), conocido comúnmente como Obamacare.

En lugar de seguir fortaleciendo los subsidios que han logrado reducir los costes de los seguros médicos para millones de personas, la propuesta busca enviar dinero directamente a los bolsillos de los pacientes, permitiéndoles gestionar sus propios gastos de salud de manera más flexible.

Supuestamente, el proyecto sería presentado por algunos senadores republicanos, como Mike Crapo y Bill Cassidy, quienes han mencionado que esta estrategia pretende empoderar a los individuos, dándoles recursos para pagar atención médica en lugar de transferir fondos a las compañías aseguradoras.

De acuerdo con las propuestas, las transferencias serían depositadas en cuentas de ahorro en salud (HSA), y estarían destinadas a personas entre 18 y 64 años, con ingresos que no superen el 700% del nivel de pobreza federal, lo que en 2025 equivale a unos 91.000 euros para una persona y cerca de 186.000 euros para una familia de cuatro.

El monto que se entregaría sería de aproximadamente 1.200 euros para los adultos jóvenes (de 18 a 49 años) y hasta 1.350 euros para mayores de 50 años, en un intento de compensar los costos crecientes en atención médica. Presuntamente, esta ayuda sería accesible durante los años 2026 y 2027, y estaría sujeta a que los beneficiarios estén inscritos en planes de salud de nivel básico o catastrófico.

No obstante, expertos en salud advierten que estas sumas no serían suficientes para cubrir los deducibles promedio en los planes de salud de nivel básico, que en 2026 se estima que alcanzarán, en promedio, unos 7.800 euros en Estados Unidos. Esto implica que, si la medida se implementa tal como se propone, muchos beneficiarios podrían enfrentarse a gastos de su propio bolsillo significativos cuando acudan a consultas médicas o hospitales.

Supuestamente, Sabrina Corlette, experta en reformas del seguro médico, ha señalado que para personas sin condiciones crónicas o con buena salud, estos fondos podrían ser útiles, pero para quienes enfrentan enfermedades de larga duración, la ayuda sería insuficiente para cubrir sus necesidades básicas de atención.

Este plan ha generado controversia en el país, donde el costo promedio de un seguro de salud familiar ronda los 24.000 euros anuales, y en muchos casos, los individuos deben pagar deducibles y copagos elevados. La idea de entregar fondos directos ha sido vista tanto como una forma de aumentar la autonomía del paciente como una posible fuente de desigualdad, en especial si los fondos no alcanzan a cubrir los gastos reales.

Por otro lado, en el pasado, las políticas de salud en EE.UU. han sido un tema de debate constante, con distintos enfoques sobre cómo reducir los costes y mejorar el acceso. La historia muestra que, aunque las subvenciones y los programas públicos han logrado beneficiar a millones, los desafíos persisten, y la implementación de nuevas medidas suele venir acompañada de debates políticos y económicos intensos.

Mientras tanto, algunos analistas suponen que, si este plan llega a aprobarse, podría marcar un cambio en la forma en que los estadounidenses gestionan su salud, promoviendo una mayor responsabilidad individual y potencialmente reduciendo la dependencia de los subsidios tradicionales.

Sin embargo, la efectividad real de la medida aún está por verse, y muchos observadores creen que su éxito dependerá de cómo se implemente y de si las cantidades entregadas son suficientes para cubrir los gastos médicos en un sistema que continúa siendo uno de los más caros del mundo.