El debate sobre una posible recesión en 2025 continúa entre economistas, con opiniones divididas y una serie de indicadores que alertan sobre posibles dificultades económicas en los próximos años. La reciente pausa en las tarifas comerciales de Estados Unidos no ha logrado tranquilizar completamente a los mercados ni disipar las dudas sobre el rumbo de la economía estadounidense.

La posibilidad de que Estados Unidos experimente una recesión en 2025 sigue siendo un tema de intenso debate entre analistas y economistas. Aunque algunos pronósticos sugieren que la economía podría evitar un contratiempo mayor, otros advierten que las tensiones comerciales y las políticas económicas actuales podrían desencadenar una desaceleración significativa en los próximos años.

El panorama económico global ha estado marcado en los últimos años por una serie de eventos que han puesto a prueba la resistencia de las economías desarrolladas.

La pandemia de COVID-19, por ejemplo, provocó una caída abrupta en la actividad económica mundial en 2020, seguida de una recuperación rápida en algunos países, aunque marcada por desequilibrios y desigualdades.

En Estados Unidos, la economía mostró signos de fortaleza en los primeros meses de 2025, con la creación de aproximadamente 2,9 millones de empleos en el último año y un aumento del 1,8% en las ventas minoristas durante el primer trimestre.

Sin embargo, estas cifras, aunque positivas, no han logrado disipar las dudas sobre el impacto a largo plazo de las políticas comerciales y monetarias del país.

Recientemente, el gobierno estadounidense anunció una pausa de 90 días en la implementación de la mayoría de sus nuevas tarifas arancelarias, una medida que generó entusiasmo momentáneo en los mercados financieros.

La decisión de postergar los aumentos en los impuestos a las importaciones, que en algunos casos alcanzaban el 25%, buscaba aliviar la tensión en las cadenas de suministro y reducir la presión inflacionaria.

No obstante, los expertos advierten que esta pausa no es suficiente para evitar una posible recesión. Algunos analistas consideran que las tarifas y las disputas comerciales han sembrado incertidumbre e inestabilidad en los mercados, afectando la inversión y el consumo.

La historia económica muestra que las políticas proteccionistas y los conflictos comerciales prolongados suelen preceder períodos de desaceleración o recesión.

El mercado laboral estadounidense, considerado un indicador clave, continúa mostrando fortaleza, con tasas de desempleo en torno al 3,8%, niveles que históricamente han sido asociados con expansiones.

Sin embargo, las solicitudes de subsidio por desempleo aumentaron ligeramente en las últimas semanas, y la confianza del consumidor ha caído a niveles no vistos desde la crisis financiera de 2008.

En cuanto al mercado financiero, el índice S&P 500 ha registrado una caída del 12% desde su máximo en febrero, reflejando la inquietud por las tensiones comerciales y la posible desaceleración económica.

La volatilidad en los bonos del Tesoro estadounidense también ha aumentado, con los rendimientos de los bonos a 10 años alcanzando el 3,8%, lo que indica cierta aversión al riesgo entre los inversores.

Históricamente, las recesiones en Estados Unidos han sido precedidas por una serie de señales, como un aumento en las tasas de desempleo, una caída en la inversión empresarial y una reducción en el gasto de los consumidores.

Sin embargo, en el contexto actual, algunos economistas creen que la economía podría evitar una recesión si las negociaciones comerciales avanzan y las políticas fiscales se ajustan a tiempo.

Por ejemplo, en la década de 1980, Estados Unidos enfrentó una recesión breve pero intensa, causada en parte por las políticas monetarias restrictivas de la Reserva Federal para controlar la inflación.

Más recientemente, la recesión de 2008 fue desencadenada por la crisis financiera global, que tuvo raíces en la burbuja inmobiliaria y la excesiva concesión de créditos.

En conclusión, aunque la economía estadounidense muestra signos de fortaleza, las incertidumbres generadas por las tensiones comerciales y las políticas proteccionistas hacen que muchos expertos consideren que la posibilidad de una recesión en 2025 no puede descartarse por completo.

La clave estará en cómo evolucionen las negociaciones internacionales, la política monetaria y fiscal, y la confianza de los consumidores y las empresas en los próximos meses, que serán determinantes para definir el rumbo económico del país en los años venideros.

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