Supuestamente, la tensión entre la marca preferida del expresidente Donald Trump y Robert F. Kennedy Jr. se intensifica, mientras las polémicas sobre los colorantes artificiales en los dulces y la política de salud se vuelven más relevantes en EE.UU.
En un contexto donde la política y la industria alimentaria parecen entrelazarse cada vez más, supuestamente se ha desatado un nuevo enfrentamiento en Estados Unidos que involucra a uno de los fabricantes de caramelos favoritos del expresidente Donald Trump y las ambiciones del senador Robert F.
Kennedy Jr.
Se dice que la marca Mars Wrigley, conocida por sus icónicos productos como M&Ms, Skittles y Starburst, ha estado en el centro de esta controversia.
Supuestamente, la compañía ha resistido las llamadas para eliminar por completo los colorantes artificiales de sus productos, a pesar de las presiones de Kennedy y otros defensores de la salud pública.
Según fuentes cercanas, Mars habría declarado que en Europa ya han comenzado a reducir el uso de estos ingredientes, pero en EE.UU. seguirían usando colorantes sintéticos, alegando que no han identificado soluciones completamente efectivas.
La tensión aumenta considerando que, en 2016, Mars anunció que eliminaría todos los colorantes artificiales de su línea de productos en todo el mundo, una medida que fue vista como un paso importante en la lucha contra los ingredientes potencialmente dañinos.
Sin embargo, en 2020, la compañía optó por retrasar esa iniciativa en mercados fuera de Europa, donde los consumidores parecen tener una mayor preferencia por productos naturales.
Presuntamente, la disputa se ha intensificado en los últimos meses, ya que Kennedy ha promovido una agenda para eliminar ocho colorantes artificiales en alimentos y medicamentos para 2026, argumentando que estos ingredientes están vinculados a hiperactividad y problemas neurológicos en niños, según estudios realizados por agencias ambientales en California y Europa.
Mientras tanto, en el escenario político, supuestamente el enfrentamiento también refleja las diferencias ideológicas en torno a la salud pública y la regulación alimentaria.
Kennedy, que ha recibido apoyo de diversos sectores políticos por su postura contra la industria alimentaria, ha sido criticado por su enfoque polémico respecto a las vacunas y otros temas de salud.
La relación con Trump, quien siempre ha tenido una predilección por los caramelos y dulces en general, añade una capa adicional de complejidad.
Se presume que Trump, conocido por su amor por los productos de comida rápida y su tendencia a consumir grandes cantidades de dulces, ha estado en el centro de varias anécdotas relacionadas con su preferencia por los caramelos rosados y los chocolates.
En una ocasión, supuestamente, el expresidente lanzó dos Starburst a la canciller alemana Angela Merkel en una cumbre del G7, en una muestra de su estilo particular de diplomacia.
Por otro lado, Kennedy ha mencionado en varias ocasiones que los colorantes artificiales en los dulces y otros alimentos procesados son uno de los principales culpables de la crisis de salud en EE.UU., incluyendo obesidad, diabetes y enfermedades cardíacas. En su agenda, planea presionar a las empresas para que cambien sus fórmulas y cumplir con las regulaciones más estrictas, similar a las políticas adoptadas en la Unión Europea, donde los límites para estos aditivos son mucho más restrictivos.
En respuesta, supuestamente, Mars y otras grandes compañías han expresado que el cambio hacia ingredientes naturales no será inmediato y que la economía y la logística de producción complican la eliminación total de los colorantes artificiales en el corto plazo.
La lucha entre intereses comerciales y preocupaciones de salud pública continúa siendo uno de los debates más relevantes en la agenda de EE.UU.
Este conflicto no solo refleja una disputa empresarial, sino también un enfrentamiento ideológico sobre cuánto deben regularse los ingredientes en los alimentos y qué papel juegan las políticas en la protección de la salud de los consumidores.
La influencia de figuras como Kennedy y la figura de Trump, con su fuerte base de apoyo, garantizan que este tema seguirá en la agenda pública en los próximos años, en medio de una creciente conciencia sobre los riesgos de los ingredientes sintéticos en los productos de consumo masivo.