Los expertos advierten que los índices bursátiles podrían experimentar rendimientos muy bajos en los próximos diez años, debido a una sobrevaloración y concentración en algunas empresas tecnológicas. ¿Qué opciones tienen los inversores en este escenario?

Las previsiones para los mercados bursátiles en los próximos diez años apuntan a un panorama de rendimientos muy inferiores a los históricos, generando inquietud entre los inversores que han visto cómo sus portafolios alcanzan máximos históricos en los últimos meses.

Según diversos analistas y firmas de inversión, el escenario no es muy alentador para quienes buscan obtener altas rentabilidades en el corto plazo.

Supuestamente, en los últimos años, el mercado de acciones en Estados Unidos ha ofrecido rendimientos promedio anuales cercanos al 10%, impulsados por una fuerte expansión tecnológica y estímulos económicos.

Sin embargo, las predicciones recientes sugieren que esta tendencia podría cambiar radicalmente. Vanguard, una de las gestoras más influyentes, estima que el crecimiento promedio del mercado podría situarse entre un 3,3% y un 5,3% anual hasta 2034.

Morningstar, por su parte, proyecta una ganancia anual del 5,2%, mientras que Goldman Sachs prevé solo un 3% de incremento anual.

Estas cifras, convertidas a euros, representan un rendimiento de aproximadamente entre 3,1% y 5,1% anual, considerando un tipo de cambio actual de 1 dólar = 0,85 euros.

La diferencia en las expectativas se debe a diferentes enfoques en el análisis de las valoraciones del mercado y el estado de la economía global.

Uno de los principales motivos de estas proyecciones pesimistas es que los índices bursátiles, en particular el S&P 500, se encuentran en niveles de sobrevaloración.

El índice, que refleja la performance de las 500 principales empresas estadounidenses, presenta un ratio precio-beneficio ajustado por ciclos (CAPE) de aproximadamente 38,7.

Para poner esto en contexto, dicho ratio en promedio desde la Segunda Guerra Mundial ronda los 16. Esto indica que las acciones están notablemente sobrevaloradas en comparación con sus ganancias.

Historia y análisis muestran que momentos similares de altas valoraciones, como en 1929 y 1999, precedieron caídas severas en los mercados. La burbuja de 1929, que culminó en la Gran Depresión, y la burbuja de las punto-com en 2000, que derivó en una recesión global, muestran cómo estas sobrevaloraciones pueden tener consecuencias devastadoras a largo plazo.

Otra cuestión que preocupa a los analistas es la concentración en unas pocas empresas tecnológicas, conocidas como las 'Siete Magníficas': Apple, Microsoft, Nvidia, Amazon, Alphabet, Meta y Tesla.

Estas compañías representan aproximadamente un 34% del valor total del S&P 500, un aumento significativo desde el 12% en 2015. La dependencia excesiva de estas firmas puede representar un riesgo, ya que su crecimiento sostenido no parece ser sostenible a largo plazo.

Supuestamente, estas empresas han alcanzado niveles de valoración que muchos expertos consideran insostenibles, lo que limita el potencial de crecimiento del índice en su conjunto.

Vanguard y otros gestores recomiendan diversificar en activos menos concentrados, como las acciones de valor, las pequeñas empresas y los mercados internacionales.

Por ejemplo, las acciones de valor, que cotizan a precios bajos en relación con sus ganancias y ventas, podrían ofrecer mejores oportunidades en este entorno.

Vanguard estima que estos activos podrían crecer entre un 5,8% y un 7,8% anualmente en los próximos diez años. Asimismo, las acciones de pequeñas empresas, que suelen tener mayor potencial de crecimiento, podrían registrar incrementos del 5% al 7% anual.

A nivel internacional, algunos analistas consideran que las bolsas de otros países, especialmente en Europa y en mercados emergentes, ofrecen mejores oportunidades debido a que aún no han experimentado el mismo auge y sobrevaloración que Estados Unidos.

Morningstar predice que las acciones en mercados desarrollados fuera de EE. UU. podrían crecer cerca del 8,1% anual durante la próxima década.

En definitiva, los inversores deberán ser cautelosos y considerar estrategias que minimicen riesgos en un contexto de incertidumbre y valoraciones excesivas.

La diversificación, la inversión en activos infravalorados y la atención a los mercados internacionales serán elementos clave para afrontar un escenario donde los rendimientos históricos parecen difíciles de mantener.

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