¿Es seguro tirar documentos antiguos de tu casa o deberías conservarlos por más tiempo? Descubre las recomendaciones de contadores y expertos en impuestos sobre cuánto tiempo debes guardar tus registros financieros y cuáles es mejor eliminar para evitar acumulación innecesaria.

Cuando revisamos la basura o los archivos en nuestro sótano, es común encontrarse con viejos documentos que parecen no tener utilidad. Sin embargo, presuntamente, muchas de estas papeles contienen información vital que podría ser necesaria en el futuro. La duda más frecuente es si realmente podemos tirar esos papeles o si deberíamos conservar algunos por años.

Supuestamente, las políticas de retención de documentos varían según el tipo de archivo y la legislación vigente. En Estados Unidos, por ejemplo, se recomienda mantener las declaraciones de impuestos y sus soportes por un período de siete años, debido a que la Agencia Tributaria puede auditarte en ese plazo.

En Europa, las regulaciones similares sugieren conservar ciertos documentos por períodos que oscilan entre cinco y diez años, dependiendo del país y del tipo de documento.

Un aspecto clave a tener en cuenta es el documento fiscal, como las declaraciones de impuestos, los recibos y las formas W-2 o 1099. Presuntamente, estos archivos deben guardarse al menos durante siete años, ya que las autoridades fiscales pueden revisar tus declaraciones en ese período.

Sin embargo, algunos expertos sugieren que conservar estos documentos indefinidamente puede ser una buena práctica, especialmente si su contenido puede afectar futuras declaraciones o reclamaciones.

En cuanto a los comprobantes de gastos y otros soportes que acompañan las declaraciones, como facturas y recibos, se recomienda mantenerlos por un mínimo de tres años.

No obstante, si estos están relacionados con la compra de una propiedad o una inversión, la recomendación sería conservar los registros mientras se posea el activo, además de cinco a siete años después de su venta.

Esto se debe a que son necesarios para calcular el costo base y determinar las ganancias o pérdidas en impuestos, según supuestamente la ley.

Respecto a los extractos bancarios y estados de cuenta, la opinión general indica que pueden ser desechados después de un año, salvo que tengan relación con declaraciones fiscales o auditorías.

En ese caso, se aconseja guardarlos hasta por siete años para tener respaldo ante cualquier revisión.

Por otro lado, documentos relacionados con bienes raíces, como escrituras, títulos, hipotecas y registros de compra o venta, deben mantenerse mientras se posea la propiedad y, presuntamente, por al menos siete años posteriores a su venta.

Estos papeles son esenciales para determinar el costo base y las posibles obligaciones fiscales.

En relación con los registros de cuentas de jubilación, como IRA o planes 401(k), la recomendación es conservarlos durante toda la vida del plan y por al menos siete años después de cerrarlo, para garantizar que las distribuciones se reporten correctamente.

Finalmente, algunos documentos nunca deben desecharse, según presuntamente la ley o criterios de expertos. Entre estos se encuentran los certificados de nacimiento, matrimonio, divorcio, defunciones, diplomas, registros médicos y tarjetas de Seguro Social.

Además, las actas de testamento, documentos de adopción y registros de impuestos sobre donaciones o sucesiones deben guardarse indefinidamente.

En conclusión, aunque puede parecer tentador deshacerse rápidamente de papeles antiguos, la realidad es que la conservación adecuada de documentos puede evitar problemas futuros con las autoridades fiscales o legales.

La recomendación general es seguir las pautas de al menos siete años para la mayoría de los registros financieros y documentos importantes, y conservar indefinidamente aquellos que tengan un valor legal o histórico, como títulos de propiedad y certificados oficiales.

Así, te aseguras de estar preparado ante cualquier eventualidad y optimizas el espacio en tu hogar sin perder información valiosa.

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