Los ciudadanos de Windsor se muestran preocupados por los recientes aranceles impuestos por Trump y las implicaciones de su propuesta de convertir a Canadá en un estado estadounidense.
Windsor, Ontario — La actividad comercial en la ciudad fue intensa el pasado fin de semana en el café de Gina, un lugar emblemático donde la comunidad se reúne.
Gina Korva, la propietaria, mencionó que muchos de sus clientes eran estadounidenses que llegaron para mostrar su apoyo a los canadienses. "Estamos enojados con nuestro país", recordaba que uno de ellos le dijo, reflejando la tensión actual entre las dos naciones.
Desde que Donald Trump anunció aranceles del 25% sobre productos canadienses, el ambiente se ha tornado tenso. "Es triste ver lo que está sucediendo", comentó Gina, señalando que las comunidades de Windsor y Detroit han estado siempre unidas, como familias, a pesar de la frontera que las separa.
La historia de estas ciudades está marcada por la cercanía, con un intercambio cultural y económico constante.
Uno de los clientes habituales, Orlando Nalli, expresó su esperanza de que se alcance un acuerdo pronto para resolver esta disputa comercial: "No me preocuparía demasiado, aunque la gente está preocupada".
Nalli, que ha vivido en Windsor gran parte de su vida, recordó los años en que tenía una tienda en Detroit y cómo las cosas han cambiado desde entonces.
La sensación de traición es palpable entre muchos canadienses. Ainslee Winter, quien paseaba por un centro comercial con su hija, dijo: "Se siente como una traición. ¿Qué hicimos para merecer esto?". La respuesta emocional al anuncio de los aranceles ha llevado a algunos canadienses a reconsiderar sus tradiciones, como sus viajes anuales a Florida, optando ahora por destinos locales como Vancouver.
Las tensiones se han intensificado aún más con la reciente decisión de Canadá de imponer sus propios aranceles a productos estadounidenses, en respuesta a los aranceles de Trump.
Algunos canadienses han empezado a boicotear productos estadounidenses en favor de los locales, evidenciando un creciente sentimiento nacionalista. Las estanterías de las tiendas están siendo despojadas de productos estadounidenses, y los consumidores están buscando alternativas canadienses, como el whisky J.P. Wiser's, que es originario de Windsor.
La preocupación por el impacto de esta guerra comercial en la industria automotriz, que es fundamental para la economía de Windsor, también se siente entre los trabajadores.
Raj Kamal, ingeniero en la planta de ensamblaje de Stellantis, se mostró alarmado por la posibilidad de despidos si la situación no mejora. "Los costos serán demasiado altos. Esto afectará a todos", advirtió.
Mientras tanto, Chris Balumisa, un residente de Windsor, expresó su deseo de que las relaciones comerciales vuelvan a ser amigables. "Deberíamos tener comercio libre", dijo, enfatizando la importancia de mantener la conexión entre ambos países. La historia de la cooperación entre Estados Unidos y Canadá ha sido larga y productiva, y muchos esperan que esta crisis sea solo un bache temporal.
En un café local, Nuri Lelaj compartió su amor por ambos países, resaltando que "son prácticamente lo mismo". Sin embargo, el impacto de los aranceles y la retórica polarizadora de Trump han comenzado a crear divisiones que muchos nunca pensaron que verían. A medida que las tensiones continúan, la pregunta permanece en el aire: ¿podrán ambos países superar esta fase y restaurar la relación que una vez fue considerada inquebrantable?