Las recientes inundaciones en Texas dejan al descubierto la necesidad de contar con seguros adecuados para hacer frente a desastres climáticos, y cómo la falta de protección puede costar millones a los propietarios.

Las inundaciones catastróficas que azotaron Texas en el último fin de semana han puesto en evidencia una problemática que, según expertos, se vuelve cada vez más relevante en un contexto de cambio climático global.

Estas lluvias intensas, que supuestamente alcanzaron niveles históricos, provocaron la pérdida de vidas humanas y daños materiales millonarios, demostrando que muchas viviendas y propiedades no estaban adecuadamente aseguradas para afrontar eventos de esta magnitud.

Las cifras oficiales indican que, hasta el momento, el saldo de víctimas mortales en Texas por estas inundaciones supera las 90 personas, incluyendo al menos 27 niños y jóvenes que se encontraban en el campamento Mystic, en Kerr County.

Supuestamente, al menos 10 niños y una monitor aún se encuentran desaparecidos, y las autoridades locales continúan con las labores de búsqueda y rescate.

Lo alarmante es que, en muchas de estas áreas afectadas, las viviendas se encontraban en zonas con riesgo de inundación, pero presuntamente solo un pequeño porcentaje de propietarios contaba con pólizas de seguro contra este tipo de desastres.

Según datos de modelos de análisis climático, en el condado de Kerr, por ejemplo, solo 2.650 propiedades están en zonas consideradas de alta peligrosidad por FEMA, lo que obliga a la contratación de un seguro específico, sin embargo, supuestamente en realidad hay más de 4.500 viviendas con riesgo de sufrir daños severos en eventos de 100 años, un riesgo que muchas veces pasa desapercibido para los propietarios.

El problema radica en que la mayoría del seguro de hogar tradicional no cubre daños por inundaciones, dejando a muchas familias sin protección financiera en momentos críticos.

Aunque supuestamente solo la mitad de los propietarios en zonas de riesgo adquieren un seguro contra inundaciones, las estimaciones de expertos como Jeremy Porter, especialista en implicaciones climáticas, indican que esa proporción debería ser mucho mayor si se consideran las predicciones de aumento en la intensidad y frecuencia de eventos meteorológicos extremos.

Supuestamente, en respuesta a esta situación, instituciones como First Street y otras agencias de análisis de datos han desarrollado modelos que incorporan efectos del cambio climático para proyectar riesgos futuros, lo que revela que muchas propiedades que aún no están en zonas de riesgo oficial también podrían verse afectadas en el futuro cercano.

A pesar de que el seguro contra inundaciones puede representar un gasto adicional para los propietarios, expertos en seguros como Jon Schneyer afirman que tener una póliza adecuada es la primera línea de defensa para la recuperación financiera tras un desastre.

La protección adecuada, junto con medidas preventivas y de mitigación, puede marcar la diferencia entre una recuperación rápida o una crisis prolongada.

Por otro lado, la situación en Texas evidencia una realidad que se repite en diferentes regiones del mundo, donde las comunidades urbanas y rurales enfrentan la creciente amenaza de eventos climáticos extremos.

La historia demuestra que las inundaciones no son un fenómeno nuevo: en 1987, en el mismo estado, varias personas murieron en una situación similar, y ahora, décadas después, las cifras parecen indicar que aún falta conciencia y preparación.

En conclusión, las recientes inundaciones en Texas sirven como un recordatorio de que la protección y la planificación ante desastres naturales deben ser una prioridad para propietarios, gobiernos y aseguradoras.

La inversión en seguros adecuados y en estrategias de mitigación puede salvar vidas y reducir pérdidas económicas, en un escenario donde las condiciones climáticas adversas parecen ser la nueva normalidad.