Descubre cómo el diseño de interiores influye en tu felicidad y cómo crear espacios que generen emociones positivas a través de decisiones sencillas y estratégicas.
Cuando estamos felices, nuestro cuerpo lo demuestra de múltiples maneras: el corazón late más rápido, la piel se enrojese, la respiración se acelera y sentimos mariposas en el estómago.
Pero la verdadera magia sucede en nuestro cerebro, donde las neuroquímicas como la dopamina, serotonina y oxitocina se encargan de potenciar esa sensación de alegría y satisfacción.
Estos químicos no solo nos hacen sentir bien, sino que también refuerzan hábitos saludables que nos ayudan a prosperar.
Diversos estudios han demostrado que factores como la luz solar, el ejercicio, la música, los recuerdos y la presencia de mascotas pueden estimular la liberación de estas hormonas, elevando nuestro estado de ánimo.
Sin embargo, no todo depende únicamente de nuestras acciones; nuestro entorno también tiene un impacto profundo en cómo nos sentimos. Como explica Anita Yokota, terapeuta familiar y diseñadora de interiores, la forma en que decoramos y organizamos nuestro hogar puede influir directamente en nuestra felicidad.
De hecho, una investigación realizada en 2019 por el Happiness Research Institute reveló que un 73 por ciento de las personas que estaban satisfechas con su vivienda también reportaban un mayor bienestar general.
La relación entre el hogar y la felicidad fue tan fuerte que en 2023 se viralizó en redes sociales el hashtag #dopaminedecor, que alcanzó más de 173 millones de vistas en TikTok en solo unos meses.
La idea central es que, en lugar de buscar estímulos que generen estrés o ansiedad, debemos enfocarnos en elementos que nos proporcionen pequeñas dosis de alegría.
Una de las claves para lograr esto es jugar con los colores. La psicología del color indica que tonalidades como el amarillo, por ejemplo, transmiten energía y optimismo. Chelsea Foy, creadora del blog Lovely Indeed y autora de 'The Happy Home', comparte que en su propia casa ha pintado armarios en un tono mostaza que cada vez que pasa por allí, le saca una sonrisa.
No hay colores buenos o malos; la clave está en escoger aquellos que nos hagan sentir bien.
Asimismo, la forma y las figuras en nuestro entorno también influyen en nuestro estado de ánimo. La especialista Ingrid Fetell Lee, autora de 'Joyful', señala que las formas redondeadas generan sensaciones de calma y seguridad, mientras que los objetos angulosos pueden activar respuestas de miedo o ansiedad en nuestro cerebro.
Por ello, optar por mesas, espejos y marcos con bordes suavizados puede hacer que nuestro espacio sea más acogedor.
Otra estrategia efectiva es la simetría. Un estudio de la Universidad de Chicago en 2016 demostró que los ambientes ordenados y simétricos reducen la tendencia a comportamientos poco éticos, como hacer trampa en exámenes.
La simetría también ayuda a crear un ambiente visualmente agradable y armonioso, fomentando la tranquilidad y la satisfacción.
Por otro lado, el desorden y la acumulación de objetos contribuyen a aumentar los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Yokota recomienda mantener las superficies despejadas y organizar el espacio con cestas, estanterías y ganchos, optimizando cada rincón. La organización no solo mejora la estética, sino que también elimina la carga emocional que puede acumularse en objetos que nos recuerdan momentos negativos.
La creatividad también puede jugar un papel importante en la felicidad del hogar. Incorporar pequeños detalles sorprendentes, como un reloj de abuelo con un toque de color vibrante o papel tapiz con motivos alegres en un armario, puede transformar una rutina en una experiencia placentera.
Estas pequeñas dosis de novedad generan momentos de alegría espontánea y mantienen nuestro entorno vivo y estimulante.
Finalmente, la conexión social en el hogar es fundamental. Espacios que fomenten la interacción, como mesas redondas o áreas de descanso con sillas giratorias, facilitan que las personas se relacionen y compartan momentos felices.
La investigación de Harvard sobre el desarrollo adulto confirma que las relaciones cercanas y la comunidad son los mayores determinantes del bienestar.
En conclusión, decorar con intención y creatividad, eligiendo colores, formas y elementos que nos inspiren y nos hagan sentir bien, puede transformar nuestro hogar en un refugio de felicidad.
No se trata solo de estética, sino de crear un espacio que nutra nuestro bienestar emocional y nos ayude a vivir una vida más plena y satisfactoria. La decoración basada en la dopamina no solo embellece, sino que también cura, elevando nuestra calidad de vida desde el interior de nuestros hogares.