El elenco de Racing enfrentará a Peñarol en los octavos de final de la Libertadores, buscando emular la heroica remontada de 1997 y avanzar en un torneo que aún no conquista desde 1967. La historia y el presente del equipo se entrelazan en esta importante serie eliminatoria.
Han pasado casi treinta años desde aquella noche memorable en la que Racing Club logró una de sus mayores hazañas en la historia de la Copa Libertadores, una hazaña que aún vive en la memoria de sus hinchas.
En 1997, el equipo dirigido por Alfio Basile logró revertir una serie adversa ante Peñarol en los cuartos de final del torneo más importante del continente.
La serie empezó con una derrota de 1-0 en Montevideo, un resultado difícil pero no imposible de remontar. En aquel entonces, la pasión de los aficionados se volcó al Cilindro de Avellaneda, que se convirtió en el escenario de una noche épica.
En aquella ocasión, en el partido de vuelta, el delantero Rubén "El Mago" Capria anotó un gol crucial que llevó la serie a la definición por penales.
La tensión en las gradas era máxima, y el arquero Ignacio González se convirtió en figura al atajar varias pelotas decisivas, permitiendo que Racing avanzara a las semifinales del torneo, un logro que quedó grabado en la historia del club.
La hazaña fue más que un simple resultado deportivo; fue un símbolo de resistencia y fe en el trabajo colectivo.
Hoy, 26 años después, la historia parece repetirse en cierta forma, aunque en un contexto diferente. Racing, que en 2025 encara los octavos de final con expectativas renovadas, busca emular aquel pasado glorioso. La serie contra Peñarol luce pareja, especialmente porque el equipo uruguayo llega con una mínima ventaja tras un gol en la ida. Sin embargo, el equipo argentino confía en su historia, en su fútbol y en la capacidad de sorprender.
El presente del club, sin embargo, presenta algunos desafíos. La temporada no ha sido fácil; Racing experimentó una grave crisis futbolística, con una serie de resultados negativos que lo posicionan en una situación complicada en el campeonato local.
La salida del atacante Maximiliano Salas, quien fue transferido a River Plate tras una cláusula de rescisión, dejó un vacío en el ataque. A ello se suma una sequía goleadora que ya alcanza cuatro partidos sin marcar.
El entrenador Gustavo Costas ha trabajado arduamente para salvar la situación, intentando suplir la ausencia de Salas con nuevos nombres como Duvan Vergara y Tomás Conechny, aunque aún no terminan de consolidarse.
La presencia de Marcos Rojo, quien debutó en Montevideo, será clave en la defensa y en la estrategia para la revancha. La expectativa está puesta en el rendimiento de los refuerzos y en la capacidad del equipo para mantener la esperanza y realizar una actuación histórica similar a la de 1997.
Por su parte, Peñarol llega con una pequeña ventaja, liderando la serie tras un gol en la ida de visitante, además de haber caído recientemente en el torneo doméstico.
El entrenador Diego Aguirre decidió reservar a varias de sus figuras, con la intención de cuidar el equipo para el duelo decisivo. La lesión de Leonardo Fernández, quien sufrió una caída en el partido de ida, mantiene en duda su participación, mientras que el equipo uruguayo trabaja para recuperarlo.
La seguridad en el estadio será garantizada por un amplio operativo, que incluye a 850 efectivos policiales, personal de seguridad privada, ambulancias y otros recursos sanitarios, ante la expectativa de una gran asistencia de hinchas y la posible presencia de sectores de la parcialidad visitante.
La organización ha tomado medidas para evitar incidentes, en un contexto en el que la rivalidad entre ambos clubes es intensa.
Finalmente, las condiciones climáticas son un factor de incertidumbre, con pronósticos de tormentas que podrían afectar el desarrollo del encuentro.
La Conmebol ya anticipó que la decisión del árbitro Wilmar Roldán sobre la suspensión o continuidad del partido se tomará horas antes del inicio, intentando garantizar la seguridad de todos los actores involucrados.
Esta serie de octavos de final representa mucho más que un simple cruce deportivo. Para Racing, es la oportunidad de revivir aquella noche de 1997 y de dejar una marca en la historia de la Libertadores. Para los hinchas, significa seguir soñando con una conquista continental que todavía no llega desde 1967. La historia une pasado y presente en una noche que promete ser inolvidable para ambos equipos y sus seguidores.