Durante la celebración del Mundial de Clubes en Seattle, varios incidentes marcaron la jornada, desde fallos en el procesamiento de credenciales hasta historias curiosas de aficionados, revelando las complejidades de organizar eventos internacionales en Estados Unidos.
En el Lumen Field de Seattle, uno de los escenarios principales del Mundial de Clubes, se vivieron situaciones tanto sorprendentes como inusuales. Uno de los mayores contratiempos fue la demora en el proceso de acreditación para los periodistas y colaboradores internacionales. Aunque inicialmente se pensaba que el trámite sería rápido, de no más de diez minutos según algunas previsiones, la realidad fue diferente.
En los puestos habilitados para escanear pasaportes y verificar identidades, los encargados encontraron que las máquinas no funcionaban correctamente.
Cuando se intentaba escanear los documentos, las pantallas respondían con un mensaje en rojo que indicaba ‘solicitud no encontrada’, generando preocupación y confusión.
Esto generó además un retraso considerable, ya que no había un tiempo estimado para solucionar la falla técnica. Los empleados, que comunicaron en español, explicaron que era la primera vez que experimentaban un problema de este tipo y que estaban intentando contactar al soporte técnico.
Mientras tanto, los enviados de medios argentinos, como Clarín y Olé, tuvieron que esperar en medio de la incertidumbre. Para sobrellevar la espera y evitar el malhumor, optaron por comer en un bar cercano, decorado con un estilo típico de los restaurantes en Estados Unidos, con una gran barra central y muchas mesas.
La pausa sirvió también para adelantar trabajo y reorganizar ideas. Aproximadamente después de una hora, las máquinas volvieron a funcionar, permitiendo que los acreditados completaran su proceso sin mayores inconvenientes.
Un detalle curioso fue que algunos de los acreditados tenían confusión respecto a qué documento usar: algunos acreditados se habían registrado con pasaporte argentino, mientras que otros utilizaron un documento italiano o su DNI argentino.
Afortunadamente, en las boleterías todo se resolvió mostrando los documentos correspondientes, una vez que la tecnología dejó de dar fallos.
Pero la jornada no terminó allí, ya que en medio de la accSelectionión, una figura inesperada llamó la atención. Un aficionado que vestía un gorro de invierno y una chaqueta de los Bulls, los famosos jugadores de baloncesto de Chicago, apareció en el ingreso del estadio.
La sorpresa fue aún mayor al descubrir que no se trataba de un hincha local, sino de Christopher Smith, un estadounidense residente en Seattle. Smith contó que su pasión por Chicago surgió por un amigo que vive en Mataderos, un barrio emblemático de Buenos Aires, Argentina. La relación con ese barrio le hizo convertirse en hincha, aunque su equipo favorito en Argentina es Boca Juniors.
Smith compartió que la primera vez que fue a ver un partido de Chicago fue una experiencia fantástica, destacando que en esa ciudad, que actualmente disputa la segunda división del fútbol estadounidense, la pasión por el barrio de Mataderos y su club es algo único y auténtico.
‘Allí, los hinchas no solo van a ver un partido, sino que participan en una verdadera fiesta popular, con cánticos, humo de colores y tradiciones que unen a todos’, relató.
Este tipo de anécdotas reflejan cómo este torneo no solo es un evento deportivo internacional, sino también un escenario donde historias humanas y culturales se cruzan y enriquecen, demostrando la pasión y la diversidad que rodea al fútbol en diferentes partes del mundo.
La organización del Mundial de Clubes en Seattle, con sus imprevistos y momentos emocionantes, ejemplifica la complejidad de llevar a cabo un evento de esta envergadura lejos de las sedes tradicionales, enfrentando desafíos tecnológicos y logísticos, pero también celebrando la pasión global por el deporte rey.