La polémica entre los clubes de Independiente y Universidad de Chile continúa, con acusaciones cruzadas tras los incidentes violentos ocurridos hace dos semanas, y una disputa legal que involucra a la Conmebol. Mientras ambos equipos esperan una resolución, los dirigentes mantienen posiciones enfrentadas y se recriminan mutuamente, en un contexto marcado por la violencia y la polémica institucional.
A tan solo catorce días del grave enfrentamiento protagonizado por la hinchada de Independiente y los simpatizantes de Universidad de Chile, la situación entre ambos clubes ha escalado a un nivel de tensión que parece difícil de calmar.
La polémica, que aún está pendiente de resolución por parte de la Conmebol, ha involucrado no solo cuestiones disciplinarias sino también acusaciones públicas que evidencian un enfrentamiento cada vez más profundo entre las instituciones.
El incidente, ocurrido durante un partido internacional en Sudamérica, tuvo consecuencias inmediatas: la suspensión del encuentro, lanzamientos de objetos al campo y enfrentamientos entre aficionados.
La Conmebol, ente que organiza y regula el fútbol en la región, decidió cancelar el cotejo y ahora evalúa si alguno de los clubes debe avanzar en la competencia o si ambos serán descalificados, decisión que generará un impacto económico y deportivo importante para ambas instituciones.
Mientras tanto, la disputas entre dirigentes no han cesado. En particular, una reciente declaración del representante legal de Universidad de Chile ha intensificado el conflicto. El abogado, José Ramón Correa, expresó duras críticas hacia Néstor Grindetti, presidente de Independiente. En una improvisada rueda de prensa en zona mixta, Correa aseguró que las afirmaciones de Grindetti sobre la responsabilidad del club visitante en la violencia son totalmente infundadas y calificó sus declaraciones como "delirantes".
Correa agregó que los hechos delictivos habrían sido iniciados por hinchas de Independiente, y que los incidentes ocurridos no fueron un acto aislado sino el resultado de una estrategia premeditada por parte del club argentino.
En sus palabras, "solo en la mente de quien hace esas declaraciones puede haber algo tan absurdo como culpar a nuestra institución". Además, reveló que el presidente de la U de Chile estuvo en peligro durante el incidente, destacando que fue protegido por la seguridad en un palco cerrado con candados, mientras los altercados ocurrían en las inmediaciones.
Con respecto a la respuesta de Independiente, Néstor Grindetti defendió la postura del club y aseguró que no eran responsables de la violencia, sino víctimas de ataques premeditados y planificados por un grupo de delincuentes que viajaron a nuestro país con el único propósito de generar incidentes.
Según el dirigente, la defensa del club se apoya en un informe presentado ante la Conmebol, en el que se enumeran cuatro puntos clave: primero, que la violencia fue provocada por la hinchada visitante antes del inicio del partido; segundo, que Independiente cumplió con todas las normativas de seguridad; tercero, que la organización del evento fue adecuada y que se dispuso un operativo policial acorde a los protocolos; y cuarto, que la vandalización y caos en la tribuna fueron actos premeditados, con la intención de desestabilizar y generar un conflicto.
Grindetti resaltó que la cancelación del encuentro fue una consecuencia directa de los actos violentos de la hinchada chilena y lamentó que la situación haya llegado a ese punto.
La controversia se extiende a nivel legal y mediático, con ambas partes presentando pruebas y argumentos que apuntan a culpar al adversario. La U de Chile, por su parte, presentó un documento de 18 páginas con videos y testimonios que buscan responsabilizar a Independiente por la violencia y solicitar que el partido sea dado por terminado con un marcador de 1-1, resultado que sería suficiente para clasificar al conjunto chileno a los cuartos de final del torneo.
Desde el ámbito histórico, este tipo de conflictos no son inéditos en el fútbol sudamericano, donde la pasión y la rivalidad a veces desembocan en hechos violentos que afectan la seguridad de jugadores, árbitros y espectadores.
Los incidentes de violencia en el fútbol han llevado en el pasado a sanciones ejemplares, suspensión de partidos y reformas en los protocolos de seguridad, con el objetivo de prevenir futuros episodios similares.
En conclusión, la tensión entre Independiente y Universidad de Chile refleja la profunda problemática de la violencia en el fútbol, que requiere una respuesta coordinada y enérgica de las autoridades, clubes y grupos de hinchas.
Mientras tanto, el llamado a la reparación y a la justicia sigue en el centro de la atención, con una disputa legal que podría definir el rumbo de la competencia y marcar un precedente en la lucha contra la violencia en los estadios.