El futbolista Nacho Russo honró la memoria de su padre, Miguel Ángel Russo, en un partido con Tigre. A pesar del dolor por la pérdida, logró marcar un gol en homenaje y emocionó a todos con su historia.
Miguel Ángel Russo, un referente del fútbol argentino, dejó un legado imborrable y su partida conlleva momentos llenos de emotividad y tributo. Desde que se anunció su fallecimiento, el mundo del deporte expresó su pesar y homenajeó su carrera en diferentes escenarios. En ese contexto, su hijo, Nacho Russo, también dejó huella, especialmente en un partido que adquirió un significado muy especial.
El pasado sábado, tras el funeral y el velorio en la Bombonera, donde numerosos hinchas, jugadores y dirigentes se congregaron para rendirle homenaje, Nacho tomó una de las decisiones más difíciles y valientes de su vida: jugar un encuentro con Tigre en Rosario, en el que su equipo enfrentaba a Newell's Old Boys.
La participación del jugador fue vista como un acto de amor y gratitud hacia su padre, quien siempre fue un apasionado del fútbol.
A pesar del dolor, Nacho ingresó al campo de juego como titular en un homenaje que sería recordado por todos. La emoción pudo más que las palabras, y en medio de un minuto de silencio dispuesto por la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) en todos los partidos de ese fin de semana, el delantero no pudo contener las lágrimas.
La tristeza se convirtió en lágrimas que recorrieron su rostro mientras miraba al cielo, en un acto que simboliza la profunda conexión que aún mantiene con su padre.
A los 21 minutos del partido, la emoción alcanzó su punto máximo. En una jugada donde la defensa de Newell's quedó mal parada, Cristian Fabbiani, director técnico de la institución, ordenó un contraataque que culminó en un pase preciso a Nacho Russo, quien entraba solo por la derecha del área.
Sin dudar, empujó la pelota al fondo de la red, marcando un gol que fue mucho más que un simple tanto, convirtiéndose en una declaración de amor y memoria.
El jugador se arrodilló, visiblemente conmovido, mientras sus compañeros lo rodeaban en un gesto de apoyo.
El gol fue acompañado por un acto simbólico: Nacho mostró un tatuaje en sus costillas con la frase de su padre, 'Todo se cura con amor', manifestando así la fuerza que encuentra en los valores que le transmisó su papá.
Posteriormente, se pidió un beso al brazalete negro que llevaba, en señal de respeto y homenaje.
Después del encuentro, en declaraciones a los medios, Nacho expresó conmovido: 'Fueron semanas, meses y días muy duros. Desde el club apoyaron mi decisión y Diego (Dabove) también sabía lo que estaba pasando. Hoy, más allá del resultado, quiero recordarlo con una sonrisa, que era algo característico de él. Le mando un beso al cielo'.
El delantero también agradeció la cantidad de muestras de cariño y respeto recibidas: 'No imaginaba la magnitud de lo que genera la pérdida de alguien como mi papá.
Sólo puedo decir que lo disfruté, que fue un privilegio compartir momentos con él y que esto lo dedico a su memoria'.
Además, mencionó que la enseñanza que le dejó su padre fue la perseverancia: 'Siempre intentó y nunca dejó de luchar. Estaba pendiente de todo y eso valoro mucho'. La presencia de su familia y la comunidad futbolística en estos momentos ha sido fundamental para sobrellevar la pérdida.
Este acto conmovió no solo a los asistentes en el estadio, sino también a quienes siguieron la transmisión, reafirmando que el fútbol puede ser una expresión de amor y memoria.
La historia de Nacho Russo con su gol en Rosario será recordada como un hermoso ejemplo del poder del deporte para honrar a los seres queridos y transformar el dolor en celebración.