El reconocido arquero Ubaldo Fillol se despide del icónico Hugo Gatti, destacado en la historia del fútbol argentino, recordando su amistad más allá de la rivalidad deportiva.
La reciente muerte de Hugo Orlando Gatti ha sacudido el mundo del fútbol argentino, y en una emotiva ceremonia en la Legislatura Porteña, su gran amigo y rival en la cancha, Ubaldo Matildo Fillol, se despidió de él con una conmovedora declaración: "No vine a despedir a un rival, vine a despedir a un amigo".
Estas palabras resuenan en el ambiente del deporte y reflejan la profunda conexión que existía entre ambos arqueros.
Hugo Gatti, apodado 'el Loco', se consagró como uno de los más grandes arqueros de la historia del fútbol argentino, famoso no solo por su talento bajo los tres palos, sino también por su personalidad carismática y su estilo único.
En la contraposición, Ubaldo Fillol, conocido como 'el Pato', se caracterizaba por su disciplina y sobriedad. Esta dinámica fue lo que definió la primera gran rivalidad en la historia del fútbol argentino: Gatti era, indudablemente, un showman dentro de su arco en Boca Juniors, mientras que Fillol mantenía una actitud más seria y profesional durante sus años en River Plate.
Ambos provenían del interior de la provincia de Buenos Aires, y compartían un contexto similar en sus inicios. En palabras de Fillol, "En esa época no teníamos entrenadores especializados en arquería, sino que todo lo que aprendimos fue en nuestros pueblos".
Esta declaración pone de manifiesto la autenticidad y el espíritu del fútbol argentino, donde formaciones humildes han dado lugar a talentosos profesionales.
La rivalidad entre Gatti y Fillol también se ha intensificado a lo largo de los años cuando surgen debates sobre quién es el mejor arquero de la historia de Argentina.
Ambos compartieron el récord de 26 penales atajados en partidos oficiales, lo que demuestra su destreza y capacidad entre los tres palos. Sin embargo, la historia también recuerda que Gatti estuvo en la carrera para convertirse en el arquero titular de la selección argentina en la Copa del Mundo de 1978.
El Loco había sido elogiado como el “Oso de Kiev” tras su notable actuación en un amistoso ante la Unión Soviética, pero una lesión lo apartó de la competición, lo que llevó a Fillol a ocupar su lugar y eventualmente coronarse campeón.
A pesar de ser fieros competidores en la cancha, el cariño y la amistad que se desarrolló fuera de ella prevaleció. "Era un arquero extraordinario", expresó Fillol al recordar a Hugo Gatti. La frase encapsula no solo la calidad del jugador, sino la admiración que sentía hacia él, reforzando la idea de que, más allá de la rivalidad, el fútbol también es un deporte que une y forja amistades perdurables.
Este pacto simbólico entre rivales en el deporte sirve como un recordatorio de que el fútbol argentino fue edificado no solo sobre competencias y logros, sino también sobre relaciones humanas significativas que trascienden generaciones.
Así, Ubaldo Fillol dio su último adiós a un amigo querido, dejando una huella imborrable en el corazón del fútbol nacional.