El encuentro entre Chelsea y Benfica fue interrumpido a falta de cinco minutos por una supuesta alerta de tormenta, generando debate sobre las reglas en el fútbol internacional. El partido se reanudó casi dos horas después con victoria del Chelsea en la tanda de penales.

El partido entre Chelsea y Benfica, correspondiente al Mundial de Clubes, ingresó en un episodio insólito que generó controversia y cuestionamientos sobre las decisiones en partidos internacionales.

La disputa, que se llevaba a cabo en Charlotte (Estados Unidos), fue suspendida a los 40 minutos del segundo tiempo por una alerta de tormenta, aunque el cielo en ese momento parecía despejado y sin signos evidentes de mal clima.

La explicación oficial indicó que un rayo cayó a aproximadamente 13 kilómetros (8 millas) del estadio Bank of America, y en base a la normativa estadounidense, que la FIFA debe respetar, se activó un protocolo de seguridad.

Lo llamativo fue que en ese momento no se percibía ninguna amenaza clara: no llovía, la temperatura era agradable y hasta se pudo observar un arcoíris en el cielo.

La suspensión generó confusión entre jugadores, cuerpo técnico y espectadores, quienes debieron abandonar sus asientos en medio de un clima que, por la percepción general, no representaba peligro alguno.

Tras casi dos horas de espera, el encuentro fue reanudado, con un cambio de escenario: la cancha y las condiciones atmosféricas parecían haber calmado, pero la decisión quedó reflejada en la incertidumbre que dejó la situación.

En el segundo tiempo, con la igualdad en el marcador y en medio del drama de la suspensión, intervino el VAR para sancionar un penal a favor de Benfica, por mano de Malo Gusto tras un cabezazo de Nicolás Otamendi.

Ángel Di María, exjugador del club portugués, fue el encargado de convertir el penal y llevó al partido a la tanda de penales, donde el Chelsea, que ya no contaba con Enzo Fernández en el campo, se mostró más fuerte físicamente.

La definición desde los once metros fue favorable para el conjunto londinense, que ganó 4-1 en la tanda.

Este episodio refleja las dificultades actuales que enfrentan las organizaciones de fútbol para ajustar las reglas a las condiciones climáticas extremas y las nuevas tecnologías.

La normativa vigente, basada en protocolos de seguridad, obliga a detener los partidos ante señales mínimas de peligro, pero en muchas ocasiones, esas decisiones generan controversia y cuestionamientos.

De hecho, no sería la primera vez que un partido internacional se suspende por una tormenta de manera similar; antecedentes como la suspensión del Mundial de Qatar 2022 por condiciones adversas o los incidentes en eventos olímpicos muestran que la seguridad siempre debe prevalecer.

Por otro lado, el incidente puso en evidencia la necesidad de protocolos claros y de una mejor comunicación entre las autoridades deportivas y los equipos.

En el fútbol, la percepción del riesgo ha cambiado con el tiempo, especialmente tras eventos trágicos en el pasado que dictan medidas preventivas estrictas.

Sin embargo, en esta ocasión, la falta de lluvia y las condiciones aparentemente seguras generaron dudas sobre la actuación de los responsables.

El partido, que duró cuatro horas y 37 minutos en total, quedó marcado por esta suspensión y la victoria final del Chelsea, que selló su pase a las semifinales con un resultado global de 4-1.

Enzo Fernández, destacado jugador argentino, mostró su satisfacción por el rendimiento, pese a las circunstancias adversas. En el futuro, la FIFA deberá reevaluar sus protocolos para evitar que situaciones similares se repitan en eventos de tanta magnitud, especialmente en un Mundial que se acerca en 2026 y cuyas sedes y reglas deben adaptarse a las realidades climáticas y tecnológicas de los países anfitriones.