El defensa argentino Milton Casco celebra diez años desde su incorporación a River Plate, un logro destacado en el fútbol moderno. Su trayectoria refleja lealtad y compromiso, superando diversos desafíos en su carrera.
En un contexto donde la fidelidad a un solo club se ha vuelto cada vez más rara, Milton Casco ha logrado algo que pocos en el fútbol actual pueden presumir: cumplir una década ininterrumpida en River Plate.
Con profesionalismo y dedicación, este defensor argentino ha marcado una huella significativa en la historia reciente del club y de su carrera.
Casco, que llegó a River en 2015 desde Newell's Old Boys, fue fichado por aproximadamente 2,800 euros (3 millones de dólares en aquel entonces, considerando una tasa de cambio cercana a 1 USD = 0,94 EUR).
Su debut se produjo el 13 de septiembre de ese año en uno de los partidos más emblemáticos del fútbol argentino: el Superclásico contra Boca Juniors, en el Monumental, en el que River cayó por 1-0.
Pese a los desafíos iniciales y a las críticas por su rendimiento, Casco se consolidó gracias a su esfuerzo y perseverancia.
A lo largo de estos diez años, el defensa ha jugado en más de 300 partidos oficiales, demostrando una notable constancia y compromiso con el club. En total, ha anotado cinco goles y brindado 19 asistencias, contribuyendo a la obtención de trece títulos, incluyendo la histórica victoria en la Copa Libertadores 2018, uno de los logros más importantes de la institución en el siglo XXI.
Su historia en River también refleja la tradición de jugadores que mantienen su lealtad en un escenario donde muchas figuras cambian de camiseta con facilidad.
En la historia argentina, nombres como Ricardo Bochini en Independiente o Fabián Cubero en Vélez formaron parte de este grupo de jugadores que permanecieron en sus clubes durante toda su carrera.
Casco, con 37 años y en un rol más secundario, todavía está dispuesto a ofrecer lo mejor de sí cuando el entrenador lo requiere, y en su mente, la idea de retirarse en River ya parece una posibilidad cercana.
Desde su llegada al club, Casco se ha convertido en un ejemplo de profesionalismo. La directiva, encabezada por Rodolfo D'Onofrio en aquel entonces, expresó públicamente su reconocimiento, resaltando que su contratación, por aproximadamente 2,600 euros mensuales en aquel momento, fue una inversión que valió la pena.
D’Onofrio señaló: “Hace diez años fue difícil convencerte, pero tu profesionalismo y dedicación han sido clave para que lográramos grandes cosas”.
Este jugador no solo ha sido valorado por su rendimiento en la cancha, sino también por su carácter y entrega. Los compañeros y excompañeros han destacado su técnica y control del balón, en especial por su capacidad de detener y resolver situaciones complicadas en defensa.
Además, su liderazgo ha ido en aumento, siendo considerado uno de los referentes en la plantilla.
En la actualidad, Casco continúa dando batalla en el campo, aportando experiencia y jerarquía al equipo. Aunque las lesiones y la edad puedan limitar su tiempo en cancha, su compromiso no ha disminuido. La afición y la dirigencia tienen en él no solo a un futbolista, sino a un símbolo de fidelidad y perseverancia dentro y fuera del deporte.
Por todo esto, celebrar diez años en una misma camiseta resulta un logro que va más allá de lo deportivo, reflejando una forma de entender y vivir el fútbol que, aunque cada vez más escasa, sigue latiendo en algunos jugadores que dejan una huella imborrable en la historia del club y del deporte argentino.