El gobernador de Florida, Ron DeSantis, inaugura un polémico centro de detención para migrantes en una antigua pista aeroportuaria, con una inversión de aproximadamente 410 millones de euros. La instalación, apodada 'Alligator Alcatraz', genera conflictos ecológicos y debates sobre derechos humanos en medio de un contexto político tenso.

En un día cualquiera, el estado de Florida, Estados Unidos, vive una jornada marcada por noticias fuera de lo común. Aunque en Miami Beach y en los bares deportivos locales se celebra un Mundial de Clubes de fútbol, la atención de los turistas y residentes se desvía hacia un evento mucho más polémico y relacionado con la política migratoria del país.

El pasado martes, el gobernador Ron DeSantis anunció la apertura de un centro de detención para inmigrantes en Ochopee, una pequeña localidad al sur de Florida.

Lo que antes era un aeropuerto de entrenamiento, donde en su momento los pilotos soñaban con volar a las alturas, ahora se ha transformado en una instalación de dura contención, llamada popularmente 'Alligator Alcatraz'.

Con una inversión de aproximadamente 410 millones de euros (equivalente a unos 450 millones de dólares), esta estructura está diseñada para acoger a hasta 5.000 migrantes ilegales. La infraestructura, que cuenta con una pista de aterrizaje de cuatro kilómetros, se convirtió en un lugar inhóspito, rodeado de pantanos, caimanes —de hecho, la zona ha sido famosa por su población de estos reptiles—, serpientes, insectos y condiciones climáticas adversas, como huracanes y tormentas tropicales.

Este proyecto ha generado múltiples debates en Estados Unidos y en el mundo. Por un lado, el gobernador DeSantis y sus seguidores justifican la iniciativa como una medida de seguridad y control migratorio, argumentando que en caso de una fuga, los migrantes deberán enfrentarse a peligros como los caimanes.

DeSantis afirmó con entusiasmo que ‘nadie llegará lejos una vez que pase por Alligator Alcatraz’, y expresó su deseo de replicar esta idea en otros estados.

Por su parte, activistas y organizaciones en defensa de los derechos humanos critican duramente la iniciativa, señalando que se trata de un acto de crueldad y que afecta negativamente al ecosistema local, poniendo en peligro especies en peligro de extinción.

La instalación, que recuerda a la clásica prisión de Alcatraz en San Francisco que funcionó desde 1934 hasta 1963, ha sido objeto de protestas; sin embargo, estas han tenido poco impacto.

El apodo ‘Alligator Alcatraz’ se ha popularizado rápidamente, y ha llegado incluso a la venta de souvenirs como camisetas de algodón que cuestan unos 18 euros y muestran un caimán sonriente respecto a la cárcel.

La estrategia del gobierno ha sido clara: mostrar un rostro duro en la gestión de la migración, enmarcando la política como una medida de seguridad y orden.

El contexto histórico también ayuda a comprender la sensibilidad del tema. En la historia de Estados Unidos, las políticas migratorias han sido siempre un reflejo de la tensión entre seguridad y derechos humanos, desde la controvertida ley de inmigración de 1924 hasta las recientes polémicas en la frontera sur con México.

Mientras tanto, en Florida, la pasión por el fútbol continúa, especialmente en Miami, donde la afluencia de latinos y aficionados del deporte es notable.

En el Hard Rock Stadium, los hinchas lucen camisetas de estrellas como Mbappé, Vinícius Jr., Bellingham y Valverde, aunque pocos se enteran del debate político que envuelve a su estado. La historia continúa, y la controversia sobre el centro de migrantes no parece tener un final próximo, en una región donde los temas de seguridad, derechos y medio ambiente se cruzan de manera cada vez más intensa.