La ruptura entre la FIFA y el sindicato mundial de futbolistas, liderado por Sergio Marchi, evidencian tensiones en la gobernanza del fútbol internacional. La FIFA desconoció a FIFPRO como representante de los jugadores, mientras los sindicatos advierten sobre la autocracia en la gestión y los derechos vulnerados de los futbolistas.
La relación entre la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) y el sindicato global de futbolistas, FIFPRO, ha llegado a un punto de ruptura en 2023, evidenciando una crisis en la gobernanza y el diálogo institucional en el fútbol mundial.
Desde hace años, FIFPRO, presidido por el argentino Sergio Marchi, ha sido considerado el principal representante de los derechos de los futbolistas a nivel internacional.
Sin embargo, en el último año, la relación entre ambas partes se deterioró significativamente, culminando en la ruptura del memorándum de entendimiento que los vinculaba.
La FIFA, bajo la dirección de Gianni Infantino, dejó de reconocer a FIFPRO como interlocutor válido de los jugadores, lo que generó una fuerte reacción por parte del sindicato.
El desencuentro fue especialmente severo tras el Mundial de Clubes, celebrado en Potosí, Bolivia, un torneo que ha sido objeto de críticas por su calendario y logística.
La FIFA no solo no se reunió con Marchi y su equipo en la ocasión, sino que también se tomó fotografías con actores vinculados a sindicatos expulsados o con antecedentes de corrupción, como David Afanzo, quien fue presidente de FIFPRO y renunció el año pasado.
Este movimiento fue interpretado como una clara señal de que la FIFA desconoce a FIFPRO y a los sindicatos de futbolistas que sí intentan colaborar para mejorar las condiciones laborales y de salud de los jugadores en todo el mundo.
La reacción llegó en Holanda, donde 58 sindicatos de diversas ligas firmaron un comunicado en el que criticaron la postura autocrática de la FIFA y exigieron un diálogo genuino y transparente.
En una respuesta dura, la FIFA emitió un comunicado en el que reducir su relación oficial con FIFPRO, solicitándole que publique sus estatutos y informes financieros de acuerdo con las prácticas internacionales de gobernanza deportiva.
El organismo también acusó a FIFPRO de adoptar un tono divisorio y de buscar confrontación pública en lugar de participar en un diálogo constructivo.
El conflicto no es solo político, sino también estratégico, ya que la FIFA anunció la firma de varios acuerdos con otros sindicatos y organizaciones, logrando algunas mejoras en derechos de descanso y condiciones laborales, incluyendo 72 horas entre partidos y vacaciones de 21 días al final de cada temporada.
Sin embargo, estas medidas no han sido aceptadas por FIFPRO, que acusa a la FIFA de priorizar intereses comerciales y de limitar los derechos fundamentales de los futbolistas.
Por otro lado, durante una rueda de prensa virtual organizada por FIFPRO, el secretario general Alex Phillips expresó que las relaciones laborales entre los sindicatos y la FIFA estaban en pausa, y que estaban esperando que el organismo retomara el diálogo.
Además, anticipó que de no lograrse una solución, el sindicato consideraría acudir a instancias legales, recordando que en el pasado, el fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea conocido como el fallo Bosman permitió la libre circulación de jugadores en Europa, un cambio que favoreció a los deportistas.
Entre los principales reclamos de FIFPRO se encuentran la reducción del calendario de partidos, la mejora en los períodos de descanso y la protección en torno a las sanciones por hablar públicamente sobre las condiciones de trabajo.
La organización denuncia que muchos futbolistas temen expresar públicamente sus críticas por temor a sanciones o sanciones económicas, lo que limita sus derechos fundamentales.
Mientras tanto, el conflicto continúa sin resolverse, y en el horizonte se vislumbra una posible escalada hacia acciones legales o huelgas, aunque las partes prefieren seguir buscando un acercamiento.
Lo cierto es que la crisis muestra las fracturas internas en la gobernanza global del fútbol, donde intereses económicos, políticos y sindicales se enfrentan en busca de definir el futuro de la profesión.
En la historia reciente del fútbol, estos tipos de enfrentamientos no son inéditos. La disputa por los derechos de los jugadores en Europa, los aspectos económicos en África y América, y las reformas en Asia y Oceanía reflejan que la lucha por una gestión más transparente y equilibrada no solo es necesaria, sino urgente.
La actual crisis puede marcar un punto de inflexión en la relación entre la FIFA y los sindicatos, en busca de un marco que garantice la protección y los derechos de los futbolistas a nivel mundial.