La conmoción tras la muerte de dos jóvenes en Santiago antes del partido de Colo-Colo provoca miedo a la descalificación del club en la Copa Libertadores.

La tristeza y el dolor inundan el ambiente de Colo-Colo tras las recientes muertes de dos jóvenes simpatizantes, un chico de 12 años y una chica de 18, ocurridas en circunstancias trágicas poco antes del encuentro contra Fortaleza en la segunda jornada del grupo E de la Copa Libertadores.

Este evento ha generado un llamado generalizado a la reflexión sobre la seguridad en el entorno del fútbol y ha puesto en el centro del debate la responsabilidad del club chileno además de las autoridades de seguridad local.

A medida que se desarrollan las investigaciones, donde ya se ha separado e imputado a un carabinero por su supuesta implicación en los hechos, Colo-Colo enfrenta serias amenazas de sanciones por parte de la Conmebol.

Estas sanciones podrían incluir la descalificación del torneo, además de las posibles repercusiones que conlleva la invasión del terreno de juego que condujo a la cancelación del partido, un encuentro que muchos críticos consideran que nunca debió jugarse.

La Conmebol, en un comunicado emitido en su página oficial, argumentó que la decisión de suspender el partido se tomó debido a la falta de garantías de seguridad, tanto desde el club como de las autoridades encargadas.

Esta situación es particularmente alarmante, ya que las muertes se produjeron antes de que comenzara el partido, y esto ha generado un intenso debate sobre los protocolos de seguridad implementados, así como su efectividad real en la protección de los asistentes.

Los antecedentes de la normativa de la Conmebol son claros; las suspensión y cancelación de partidos son consideradas la última opción, a ser utilizada únicamente en situaciones extremas cuando la seguridad de los jugadores y el público no puede ser garantizada.

En este caso, la medida se adoptó casi una hora y media después de que los hinchas entraran al campo de juego, lo que genera dudas sobre la eficacia de las medidas de seguridad existentes.

Las sanciones que pueden aplicarse son severas, e incluyen desde la obligación de jugar partidos a puerta cerrada, hasta la reducción de puntos o incluso la descalificación del torneo actual y la exclusión de futuras competencias.

Esto refleja un cambio en la percepción de la Conmebol respecto a la violencia en los estadios, donde las vidas humanas parecen haber pasado a un segundo plano frente a la integridad de los torneos.

En la historia del fútbol sudamericano, pueden encontrarse casos inquietantes relacionados con la seguridad en los estadios. Por ejemplo, en 2013, la muerte de un joven durante un partido en Oruro no llevó a una descalificación del club responsable, mientras que Boca Juniors recibió sanciones severas por cumplir con las normativas de seguridad de la Conmebol en 2015 tras un incidente en su estadio.

Esta discrepancia ha llevado a cuestionar cómo están diseñadas estas normativas y la justicia de sus aplicaciones.

Con el futuro de Colo-Colo en la Copa Libertadores en la cuerda floja, la Comisión Disciplinaria de Conmebol tendrá la difícil tarea de evaluar los hechos antes mencionados y decidir las acciones a tomar.

Mientras tanto, en Chile, la situación se ha intensificado, llevando a las autoridades a posponer el clásico entre Universidad de Chile y Colo-Colo, evidenciando el ambiente tenso y la preocupación por nuevos desmanes.

Los próximos partidos del Cacique son de vital importancia, pero se espera que la decisión de Conmebol se haga pública pronto para garantizar que las competiciones no se vean afectadas de manera drástica.

El mundo del fútbol reacciona, y todos los ojos estarán puestos en la manera en que se manejará esta situación, la cual es un recordatorio desafiante de la necesidad de mejorar la seguridad en el fútbol sudamericano.