El pugilista uruguayo Oscar Bonifacino, de 21 años, ha destacado no solo por su talento en el ring sino también por abrirse sobre su identidad sexual en el mundo del boxeo. Sus logros deportivos y su compromiso con la visibilidad LGBTQ+ lo posicionan como un referente en la disciplina.

Los criterios para que un hecho sea considerado noticia suelen incluir elementos de novedad y singularidad, dependiendo en gran medida de los valores culturales de la sociedad.

En tiempos recientes, la historia de Oscar Bonifacino ha logrado captar la atención por su carácter excepcional en el mundo del boxeo, un deporte tradicionalmente masculino y con poca presencia de figuras abiertamente LGBTQ+.

Bonifacino, un joven de 21 años oriundo de Uruguay, comenzó su carrera deportiva hace solo cinco meses y rápidamente se convirtió en una figura relevante tanto por sus habilidades en el ring como por su valentía para manifestar su orientación sexual.

Nacido en la localidad de Maldonado y criado en un entorno rural, Bonifacino enfrentó una infancia marcada por la violencia y la falta de afecto, situaciones que muchas veces han reconocido otros deportistas en sus historias de vida.

En su adolescencia, su rebeldía y problemas familiares lo llevaron a vincularse con lugares y situaciones peligrosas, incluyendo el consumo problemático de sustancias.

Sin embargo, fue el boxeo y el apoyo de una familia que lo ayudó a cambiar su rumbo los que le brindaron una salida y le permitieron canalizar su energía de manera positiva.

Su primer contacto con el deporte ocurrió casi por necesidad: una hermana le sugirió practicar boxeo para liberar tensiones y alejarse de calles y ambientes nocivos.

Aunque al principio expresó dudas por su propia fuerza y la falta de recursos económicos, pronto descubrió en el gimnasio un espacio de crecimiento y autoconocimiento.

Bajo la guía de Luis Castro Veloz, su primer entrenador, Oscar debutó en la categoría amateur apenas un mes después de su primer entrenamiento, logrando su primera victoria en ese mismo período.

Su vínculo con Elizabeth Cabrera, su entrenadora, fue fundamental. Más que una simple técnica de pugilismo, Cabrera le brindó apoyo emocional y le ayudó a aceptarse tal cual es. Bonifacino confesó que comenzar a salir del armario en el mundo del boxeo fue un proceso liberador. En su infancia, la represión de su identidad le había generado dificultades profundas, pero al revelarse públicamente en su segunda pelea profesional, en junio pasado, se convirtió en un ejemplo de autenticidad y valentía.

Su historia trasciende el deporte, siendo comparable a pioneros históricos como Emile Griffith, quien en los años 1960 enfrentó especulaciones sobre su sexualidad, o Orlando Cruz, que anunció abiertamente su orientación en 2012.

En el caso de Bonifacino, su salida del closet fue no solo un acto de sinceridad, sino también un mensaje para la comunidad LGBTQ+ y para todos los amantes del deporte.

Desde su triunfo en su primer combate profesional con un nocaut técnico en el segundo asalto, Bonifacino ha fortalecido su carrera. Participó en el festival KO a las Drogas en Buenos Aires, donde venció a su rival y atrajo la atención mediática gracias a su visibilidad y símbolo de tolerancia.

Además, en esa ocasión lució un pantalón con la bandera arcoíris, reforzando su compromiso con la causa.

Su proyección internacional comienza a despegar. Tras firmar un contrato con el promotor uruguayo Sampson Lewkowicz, conocido por haber lanzado carreras de figuras como Manny Pacquiao y Sergio Maravilla Martínez, Bonifacino aspira a luchar por un título mundial en unos años.

Lewkowicz considera que su honestidad y talento le darán una ventaja y que el apoyo del público lo convertirá en un ejemplo de superación y aceptación.

El promotor aseguró que la valentía del joven boxeador no será un obstáculo sino un impulso en su carrera, y que en Estados Unidos ya hay interés por su perfil.

Además, enfatizó que su potencial en el ring y su carácter responsable le permitirán destacar en el ámbito internacional por mucho tiempo.

La historia de Oscar Bonifacino refleja no solo la lucha por el éxito deportivo, sino también la reivindicación de una identidad en una disciplina que muchas veces ha sido vista como cerrada y tradicional.

Su valentía para afrontar los prejuicios y su deseo de representar a la comunidad LGBTQ+ en un deporte tan masculino representan un paso importante hacia una mayor inclusión y diversidad en el boxeo y en el deporte en general.

La trayectoria de Bonifacino nos recuerda que el deporte puede ser un espacio de libertad, igualdad y respeto para todos.