El empate sin goles en los 90 minutos y la posterior tanda de penales marcaron una noche de gran tensión en la Bombonera, donde los hinchas expresaron su descontento con la gestión de Riquelme, además de una serie de incidentes y protestas en un año complicado para el club.

En una noche cargada de emotividad y alta tensión, Boca Juniors logró avanzar a la siguiente fase tras derrotar a Lanús en una tanda de penales, pero el escenario en la Bombonera quedó marcado por la tensión y el descontento de sus hinchas.

El empate a cero en los 90 minutos y el drama en la definición desde los penales evidenciaron no solo la dureza del encuentro, sino también el estado anímico del club tras un año complicado.

El partido comenzó con una campaña de cierta incertidumbre. Durante los primeros minutos, Boca intentó imponerse con control del balón, pero no lograba traducir la posesión en oportunidades claras. La defensa del equipo visitante, Lanús, supo mantenerse sólida, haciendo que los hinchas cargados de expectativas empezaran a sentir el peso de la impotencia.

La frustración creció conforme avanzaban los minutos, especialmente porque en esta temporada los resultados no acompañaban, tras la eliminación en la fase regular de la Copa Libertadores, un golpe duro para la institución, y una reciente derrota en el clásico contra River Plate.

Al terminar el primer tiempo, la hinchada mostró signos de fastidio, silbando y expresando su enojo, especialmente hacia la dirigencia, que desde diciembre de 2019 está en manos de Juan Román Riquelme.

La represión de sentimientos se convirtió en un canto: "La comisión, la comisión... se va a la p.. que lo parió", resonó en las gradas, una frase que por mucho tiempo fue censurada, pero que ahora refleja la frustración acumulada.

A lo largo del partido, más allá de las protestas, Boca sufrió en defensa y tuvo dificultades para concretar sus aproximaciones al arco rival. Los nervios se palpaban, y la desesperación aumentó en la recta final del encuentro, cuando Lanús estuvo cerca de llevarse la victoria en varias ocasiones.

La hinchada, lejos de resignarse, comenzó a corear otro cantito que se hizo habitual en otros estadios: "Oh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo".

Como en las mejores historias futbolísticas, la resolución llegó en la tanda de penales. Alexis Canelo fue el primero en lanzar para Lanús, pero su disparo fue contenido por Nahuel Losada. En cambio, para Boca, los remates de sus jugadores fueron efectivos, siempre mostrando mayor tranquilidad y confianza. Dylan Aquino, uno de los jugadores clave, erró su penal por encima del travesaño, y con ello, la clasificación se encaminaba hacia los locales. La ansiedad en la Bombonera alcanzó su punto máximo cuando el arquero de Boca, Nahuel Losada, atajó un disparo de Lucas Blondel, conservando la ventaja y asegurando el pase.

El episodio dejó un sabor agridulce. La noche estuvo marcada por los insultos dirigidos a la comisión directiva, una muestra clara del descontento social en el club. Los hinchas demostraron que la pasión también se traduce en protestas, y que el malestar por los resultados y decisiones dirigenciales sigue latente.

Este capítulo de la historia de Boca tendrá un nuevo capítulo próximamente, en el enfrentamiento contra Independiente, que aún no tiene fecha definida.

La expectativa aumenta, sumando a la tensión generada en esta jornada que fue, sin duda, una de las más cargadas emocionalmente en lo que va del año.

La historia del club, que cuenta con más de un siglo de existencia y ha visto tantas glorias como dificultades, sigue escribiéndose con pasiones encontradas y debates internos que no parecen tener fin.

La Bombonera, icónico escenario del fútbol argentino, continúa siendo testigo de la pasión que caracteriza a Boca y a su hinchada, quienes exigen no solo resultados, sino también una gestión que responda a sus altas expectativas.

Ante un panorama difícil, el club y su gente aún aspiran a recuperar el rumbo y las victorias que con tanta historia han construido en el fútbol sudamericano.