Boca Juniors atraviesa su peor racha en 120 años de historia, con un plantel desorganizado y problemas internos que amenazan la continuidad de su entrenador y la estabilidad del club. La mala racha, las disputas internas y la influencia de la dirigencia complican el futuro del club.

El momento que atraviesa Boca Juniors es uno de los más críticos en sus 120 años de historia. La reciente derrota ante Huracán y la eliminación en la Copa Argentina, sumada a una racha de 15 partidos sin victorias bajo la dirección de su técnico, Walter Mendoza, evidencian una crisis sin precedentes.

La derrota del fin de semana fue especialmente significativa, ya que marca la peor serie de resultados consecutivos sin triunfos desde la fundación del club en 1905, una marca que pocos habrían imaginado en un equipo con tanta historia y tradición.

Los problemas en Boca no solo se reducen a los resultados deportivos. La crisis interna ha evidenciado las fracturas en el vestuario y las disputas por el manejo del plantel. La influencia de la dirigencia, especialmente del presidente Juan Román Riquelme, es cada vez más cuestionada. Riquelme, exfutbolista y actual máximo dirigente del club, ha sido criticado por algunas decisiones relacionadas con las convocatorias, las compras de jugadores y las continuidades o salidas de los entrenadores.

La tendencia a intervenir directamente en las cuestiones técnicas y el favoritismo percibido han generado malestar en parte del cuerpo técnico y de los jugadores.

Desde su llegada en diciembre de 2019, Riquelme ha intentado consolidar su proyecto futbolístico, pero los resultados no acompañan. La última victoria del equipo fue en mayo de 2021, en la Copa Libertadores, cuando vencieron 3-0 a The Strongest, con Sebastián Villa anotando uno de los goles.

Desde entonces, el equipo acumuló una serie de malos resultados que alimentan los rumores de un posible relevo en la dirección técnica y cambios en la planificación del plantel.

El entrenador Walter Mendoza, que asumió en medio de muchas expectativas, ha visto cómo su situación se deteriora rápidamente. Se sabe que su continuidad está en duda y que la dirigencia contempla cambios en un intento de revertir la situación. Los jugadores clave, como Leandro Paredes y Edinson Cavani, tienen roles específicos: el argentino con presencia en el mediocampo, y el uruguayo como referente y capitán, pero ambos luchan por aportar al equipo en medio de tanta confusión.

Por otro lado, algunos jugadores como Marcos Rojo y Marcelo Saracchi han sido relegados, en parte por decisiones tomadas desde la dirigencia, y no por rendimiento deportivo.

La tensión interna ha llevado a que algunos de los futbolistas más experimentados pidan mayor claridad y cambios en la estructura del equipo. La falta de resultados y el desgaste del cuerpo técnico, que ya supera los 15 partidos sin victorias, incrementan la presión sobre Mendoza.

A este drama se suma una serie de conflictos internos con los futbolistas y con el cuerpo técnico, relacionados en gran medida con las decisiones de Riquelme y su entorno.

Las disputas por los refuerzos, las alineaciones y los cambios en el vestuario reflejan una gestión caótica, que amenaza con afectar aún más la estabilidad del club.

El impacto de esta crisis también se refleja en la situación económica del club, que debe gestionar contratos millonarios y demandas legales, como la de Sebastián Villa, condenado anteriormente por violencia de género.

Villa, que aún reclama una indemnización de aproximadamente 222.000 euros, tiene en sus manos una problemática que complican aún más la gestión del club.

Además, la influencia de Riquelme en la política interna del club sigue generando tensiones. Su hermano Sebastián, quien ocupa el cargo de CEO, ha sido señalado en investigaciones por amenazas y movimientos políticos cuestionados, lo que incrementa la incertidumbre sobre el futuro institucional de Boca.

El próximo enfrentamiento contra Racing será crucial. Mendoza y su cuerpo técnico están preparándose para implementar cambios tácticos y buscar un revulsivo que reactive al equipo. Sin embargo, la sensación generalizada indica que, si la situación continúa igual, podría haber un cambio de entrenador en las próximas semanas.

Con todo, Boca enfrenta un escenario desafiante. La historia del club está llena de momentos difíciles que fueron superados con trabajo y decisiones acertadas, pero en la actualidad, la tensión institucional, los malos resultados y la desgastada moral del vestuario hacen que el futuro sea incierto, y que la dirigencia y los hinchas estén en vilo esperando una resolución que restore la estabilidad y el rendimiento del equipo.