Una intervención de 1.300.000 euros devuelve la dignidad histórica al Jardín Botánico Francisco Loscos, recuperando elementos emblemáticos como la clepsidra y los bancos de azulejos para reforzar su identidad patrimonial.
La restauración integral del Jardín Botánico Francisco Loscos, presentada recientemente por las autoridades municipales, avanza en la recuperación de elementos históricos que han forjado la identidad de este emblema del Parque Grande José Antonio Labordeta.
La intervención, valorada en 1.300.000 euros, busca restituir el carácter original del espacio y dotarlo de una lectura más clara para los visitantes, conservando su función como lugar de aprendizaje, investigación y ocio.
Entre las piezas más destacadas se encuentra el reloj de agua, la clepsidra, y un conjunto de bancos de azulejos que, con el tiempo, han sido recolocados por artesanos y que ahora esperan una nueva ubicación integrada al diseño paisajístico.
Se ha subrayado, además, que algunos elementos se han restaurado para que convivan con una propuesta contemporánea sin perder su memoria histórica.
Concebido desde su origen como una pieza artística y simbólica, el reloj no funcionaba como una máquina hidráulica real, y su revisión se ha centrado en su valor patrimonial y estético, manteniendo su carácter ornamental y representativo dentro del recorrido.
Una vez restaurado, se reubicará en el nuevo Jardín Botánico para quedar plenamente integrado en el diseño paisajístico y fácilmente reconocible para quien lo visite.
El renovado Jardín Botánico fue inaugurado el pasado 9 de diciembre, en una intervención que reivindica este espacio como una pieza histórica del Parque Grande José Antonio Labordeta y como un enclave singular de gran valor científico, educativo y paisajístico.
Con la nueva denominación —Jardín Botánico "Francisco Loscos"— se rinde homenaje a la figura del farmacéutico y naturalista aragonés del siglo XIX, pionero en el estudio de la flora local y autor de numerosas obras botánicas que han servido de referencia científica durante décadas.
Su legado inspira el concepto del nuevo jardín: un espacio donde botánica, historia y salud se entrelazan.
Este proceso de restauración, lejos de ser un simple reacondicionamiento, forma parte de un marco más amplio de preservación del patrimonio urbano y de la memoria colectiva de Zaragoza.
El jardín, que nació en el siglo XVIII como heredero de la tradición botánica y medicinal de la ciudad, ha sido escenario de experiencias educativas, expediciones científicas y actividades culturales a lo largo de generaciones.
La acción reciente pretende reforzar esa vocación, brindando un entorno más legible para docentes, investigadores y visitantes.
Presuntamente, la administración municipal estudia ampliar la colección de especies autóctonas y ampliar programas educativos y visitas guiadas para jóvenes y familias, con el objetivo de convertir el espacio en un eje central de aprendizaje urbano.
Además, se anticipa que algunos bancos y elementos ornamentales podrían servir como modelo para futuras intervenciones en otros rincones del conjunto del Parque Grande.
En paralelo, la intervención conserva y reordena el trazado paisajístico, manteniendo rasgos históricos como la alineación de senderos, las vistas a la ciudad y la integración de plantas medicinales y botánicas, de modo que el Jardín Botánico Francisco Loscos siga siendo un referente de ciencia, cultura y patrimonio para Zaragoza y para quien lo visite.
Este proyecto, además, refuerza la idea de que la ciudad puede convivir entre lo histórico y lo contemporáneo, preservando la memoria sin renunciar a la mejora de la experiencia de los ciudadanos.}